Tengo este blog abandonado. La verdad, he ocupado mi tiempo en otras cosas (entre ellas, intentar elaborar un blog sobre psicología del consumidor y publicidad), labor que me ha quitado el poco tiempo que dedicaba a intentar escribir algo con sentido por acá. También, tristemente, estoy leyendo menos. Y la escritura de este blog - en realidad todas las escrituras en mi opinión - deben nutrirse antes de una buena lectura. Si no se lee, se comete el error de repetir estupideces y opiniones que a pocos importan. Así estoy yo. Igual, trataré de mantener este sitio a flote el mayor tiempo posible, procurando no ladillar demasiado a los pocos que tienen la amabilidad de pasearse por aquí a echar un ojo.
Para empezar la labor, copio hoy la primera entrega que hizo Ibsen Martinez (saben todos que yo soy uno de sus fans) sobre los blogs. Ofrece allí una perspectiva interesante, que me parece, merece conversarse. Léanlo y después hablamos, ¿les parece?
Distopías - TalCual Digital 04/08/08
Ibsen Martínez
1. Hace ya un buen tiempo, en Bogotá, conversaba yo con mi amigo Héctor Feliciano acerca de los blogs.
Feliciano es un notable escritor puertorriqueño, autor de un libro extraordinario: El Museo Desaparecido: Los Nazis y la confiscación de obras de arte (Planeta, 2004).
Por aquel tiempo Feliciano se había avenido a escribir un blog para la website de un gran grupo editorial español. Compartía el índice de autores del blog con otros escritores iberoamericanos y españoles.
El caso es que, luego de seguirlo asiduamente, Feliciano dejó de escribir su bitácora y yo, como lector, lo resentí: Feliciano es dueño de una prosa límpida y muy empática, así como de un don de observación que hacía de la lectura de su diaria entrega –escrita en Nueva York, donde reside y trabaja– una verdadera delicia mañanera.
Las razones que me dio Feliciano para dejar de escribir el blog me resultaron sumamente persuasivas.
Hombre escrupuloso y aplicado, Feliciano dedicaba mucho tiempo a escribir el blog y debía hacerlo, además, contra la diferencia horaria.
Esto restaba tiempo a la investigación y al libro en que creo que todavía debe estar empeñado. Feliciano es un historiador del arte, y sus libros, que se leen fácilmente, requieren para lograr ese efecto, un complejo artesonado que es, precisamente, lo que sustenta la prosa "feliciana", sólo en apariencia fácil de lograr. Y eso consume tiempo.
El otro motivo que invocaba Feliciano era el de los "comentaristas", esos seres anónimos que, la mayoría de las veces sin haberte leído atentamente, van y te insultan sin más. Feliciano, que es todo un caballero, no se retraía de responderle a más de un desalmado, tratando siempre de sacarlo de sus errores o clarificando las intenciones del bloguero. Hacerlo restaba aún más tiempo al trabajo que en verdad le interesaba.
Lo dicho resume los pareceres que hasta hace poco tenía yo de la idea de escribir un blog: me parecía un ejercicio fútil, cuando no pretencioso y, por sobre todo, agotador. Si ya urdir un artículo semanal es un incordio, ¡qué será escribir diariamente algo que no parezca mera efusión del páncreas!
2.
Insistiré en lo de los "comentaristas".
Los diarios del planeta –cuya pervivencia en edición de papel luce hoy tan amenazada que The New York Times calcula ya que, para 2025, no podrá leerse sino en versión online– han dado a luz una superchería de mercadeo que finge democratizar el trato entre el diario y el lector: el llamado "periodismo ciudadano".
Este último consiste en que cualquier incógnito hijo de puta lee tu artículo en la edición online y, maquinalmente, va y te endilga un epíteto y sanseacabó. Casi siempre con una sintaxis y una ortografía que, en sí mismas, ya son un insulto a la inteligencia.
Lo más llamativo del fenómeno es que los dicterios y las injurias rara vez se desprenden de lo que, en rigor, has escrito. No es preciso, por ello, escribir deliberadamente un blog interactivo para convertirse en conejo de galería de tiro. Como quiera que los artículos aparecen en la versión online, y el diario invita a todo bicho de uña a comentar y a construir su propia "opinática", el articulista no tiene defensor.
A mí me ocurre que, cuando escribo en el blog del Washington Post, no importa sobre cuál tema, aparecen los comentaristas y me ponen verde.
En el caso estadounidense, los comentaristas son mayoritariamente chavistas gringos –¡los peores, donde los haya, pues siempre están dándonos lecciones de historia política venezolana!– y te dicen, de una, que lo que pasa es que estás en la nómina del Departamento de Estado, o que eres de la "élite blanca". ¡Como si Venezuela fuese Suráfrica y yo, con esta facha, pudiese parecerme al "catire" Maninat! Experiencia parecida me de paran las entregas que hago a El Espectador de Bogotá.
No importa de lo que escriba, los comentaristas deciden que hay que atizarme duro como "narcouribista".
En el caso del diario bogotano, la vaina resulta un enigma porque ni siquiera puede decirse que la razón se halla en la polarización política: Colombia no está polarizada en absoluto; el doctor Uribe ostenta 90% de la simpatía pública. Si Colombia está polarizada debe ser entre la suculenta Shakira y el incomparable comediante que es Andrés López.
Mi conclusión es que los comentaristas del "periodismo ciudadano" colombiano son la versión internética de lo que mis mayores llamaban "los sin oficio". En Colombia llaman "mamertos" a los "ñángaras", especialmente a los sin oficio de café. Buena parte del mamertismo descarga su idealización de las FARC en el espacio dedicado al "periodismo ciudadano" online. En Venezuela, el periodismo ciudadano brinda diariamente memorables registros de patología política en los postings que pueden descifrarse –ya que no leerse-en "Noticiero Digital".
3.
Con todo, últimamente me ha dado por los blogs. ¿La razón? Los hay muy buenos. Hay pocos, pero son. El de Arcadi Espada, en España, por ejemplo. Y uno que es sencillamente infaltable en mi dieta diaria: el que elaboran Quico Toro y sus compinches en "Caracas Chronicles" (caracaschronicles.blogspot.com/) Otro blog insoslayable es el de Félix J. Tapia (felixjtapia.org/blog).
Hay uno que requiere récipe morado: discurre mayormente sobre filosofía política. Su lema es "crítica y más crítica". Se llama "La Mosca Cojonera" (fliegecojonera.blogspot.com/) y da la impresión de ser obra de un argentino muy enterado. Y hay otro que, por razones de compartida melomanía, no dejo de visitar. Lo "sube" Irina Capriles, desde Mallorca: http://irinacapriles.es/. Su diseño es modélico: provoca copiarlo.
¿Adónde quiero llegar, dirá usted, con esta bagatela acerca de los blogs que frecuento? Pues ni más ni menos que a mi próxima entrega que se ocupará del blog que, en la soledad de su modesto apartamento de La Habana, escribe una filólogo cubana y treintañera llamada Yoani Sánchez y que saca de quicio al insumergible Fidel Castro: se llama "Generación Y" y usted puede echarle un vistazo en español, polaco, inglés, francés, alemán e italiano (que todos esos idiomas domina la valerosaYoani) enhttp://www.desdecuba.com/ generationy/