La elocuencia de la no violencia.
Naturally the common people don't want war; neither in Russia, nor in England, nor in America, nor in Germany. That is understood. But after all, it is the leaders of the country who determine policy, and it is always a simple matter to drag the people along, whether it is a democracy, or a fascist dictatorship, or a parliament, or a communist dictatorship. ...Voice or no voice, the people can always be brought to the bidding of the leaders. That is easy. All you have to do is to tell them they are being attacked, and denounce the pacifists for lack of patriotism and exposing the country to danger. It works the same in any country. Herman Goering - The Nuremberg Diary
De vez en cuando regreso a las páginas del libro “Requiem por un país perdido” que recoge las crónicas políticas de Tomás Eloy Martínez referidas al deterioro político y social que la Argentina vivió poco menos de 3 décadas atrás.
Sus páginas contienen elementos esclarecedores si se proyectan a los tiempos que vivimos en nuestro país, pues no hay nada en el pensamiento de los actores políticos fanatizados (en ambas aceras de la vida política venezolana) que sea realmente nuevo. De modo que sólo basta hojear un poco algunos libros con reseñas históricas de los vivido, por ejemplo, en el cono sur, para darse cuenta de la naturaleza de las cosas a las que podríamos estarnos enfrentando en el futuro próximo en Venezuela.
En el libro de Martínez hay una sección que es de especial importancia para los venezolanos. La misma lleva por título “seres de odio” y recoge varias reflexiones sobre esos tristes personajes que se atribuyen la verdad absoluta y, en su condición de falsos mesías, buscan imponérsela a los demás ciudadanos. Dice Martínez en su libro:
“Las dictaduras de América Latina propusieron la creación de sociedades educadas por el terror, la opresión y el castigo: una cultura paternalista edificada a través de órdenes inapelables. Desobedecer, disentir, reclamar, eran culpas que se sancionaban con la muerte”.
En Venezuela estamos acercándonos peligrosamente a ese extremo de castigar con la muerte la disidencia. No debe tomarse a la ligera aquella amenaza del presidente de llevar “millones de revolucionarios a quemar el este” o aquella otra advertencia expresada en el más conocido oxímoron bolivariano que reza que la de ellos es una “revolución armada con balas de paz”. El hecho de que existan unos pocos fanáticos que estén dispuestos a matar a otro por diferir de éste políticamente (como parece haberle ocurrido al hermano del inefable ministro carreño), amparados en la retórica presidencial es otra señal sobre lo cerca que estamos de la sociedad descrita por Martínez.
Existe, sin embargo, una manera contundente de enfrentar a este tipo de personas, a este tipo de formas de pensar: la no violencia.
Puede parecer en principio una ingenuidad espantosa, pero analizándola bien, se da uno cuenta de su inmenso alcance y poder. Los estudiantes, con todas las torpezas que uno puede atribuirles, lo han demostrado ya en varias oportunidades. Ayer, en su marcha al TSJ, lo volvieron a hacer. El demostrar que ninguna de las predicciones de golpes de estado, de quema de ciudad, de alteración violenta del orden público, no tenía sentido, desencajó a más de uno de los neo - bolivarianos en el poder. La razón es sencilla y harto conocida: ellos necesitan la confrontación, la pelea, la dicotomía. Aquellos en el gobierno que se han fanatizado en su idea socialista, necesitan hacer realidad el discurso maniqueo que el presidente insiste en imponerle a la sociedad, pues sin esa pelea, su revolución pierde sentido. Para muestra, basta solo releer la cita de Goering que sirve de epígrafe a esta nota. “All you have to do is to tell them they are being attacked, and denounce the pacifists for lack of patriotism and exposing the country to danger. It works the same in any country.”
En definitiva, los fanáticos como Barreto (que ayer inauguró un grupete de bolivarianos anti - golpistas), Carreño, Rodríguez, Varela, Tascon y varios más, suelen quedarse mudos, sin respuestas, cuando se les enfrenta un grupo de personas con ideas, consignas y argumentos. Es esa la única manera de desnudar al poder.
Cerremos esta nota con una cita más de Tomás Eloy.
“los ejecutores de esa política mafiosa no saben como comportarse cuando las reglas de juego cambian y el lenguaje común es el de la libertad. [...] No es fácil convivir con miles de fanáticos que se ven a sí mismos como encarnaciones de Dios. La mejor defensa de la democracia, entonces, es segregar a los fanáticos y a los autoritarios: demostrarles que están solos, al margen, rumiando para nadie sus oscuros e insaciables odios”.
Sus páginas contienen elementos esclarecedores si se proyectan a los tiempos que vivimos en nuestro país, pues no hay nada en el pensamiento de los actores políticos fanatizados (en ambas aceras de la vida política venezolana) que sea realmente nuevo. De modo que sólo basta hojear un poco algunos libros con reseñas históricas de los vivido, por ejemplo, en el cono sur, para darse cuenta de la naturaleza de las cosas a las que podríamos estarnos enfrentando en el futuro próximo en Venezuela.
En el libro de Martínez hay una sección que es de especial importancia para los venezolanos. La misma lleva por título “seres de odio” y recoge varias reflexiones sobre esos tristes personajes que se atribuyen la verdad absoluta y, en su condición de falsos mesías, buscan imponérsela a los demás ciudadanos. Dice Martínez en su libro:
“Las dictaduras de América Latina propusieron la creación de sociedades educadas por el terror, la opresión y el castigo: una cultura paternalista edificada a través de órdenes inapelables. Desobedecer, disentir, reclamar, eran culpas que se sancionaban con la muerte”.
En Venezuela estamos acercándonos peligrosamente a ese extremo de castigar con la muerte la disidencia. No debe tomarse a la ligera aquella amenaza del presidente de llevar “millones de revolucionarios a quemar el este” o aquella otra advertencia expresada en el más conocido oxímoron bolivariano que reza que la de ellos es una “revolución armada con balas de paz”. El hecho de que existan unos pocos fanáticos que estén dispuestos a matar a otro por diferir de éste políticamente (como parece haberle ocurrido al hermano del inefable ministro carreño), amparados en la retórica presidencial es otra señal sobre lo cerca que estamos de la sociedad descrita por Martínez.
Existe, sin embargo, una manera contundente de enfrentar a este tipo de personas, a este tipo de formas de pensar: la no violencia.
Puede parecer en principio una ingenuidad espantosa, pero analizándola bien, se da uno cuenta de su inmenso alcance y poder. Los estudiantes, con todas las torpezas que uno puede atribuirles, lo han demostrado ya en varias oportunidades. Ayer, en su marcha al TSJ, lo volvieron a hacer. El demostrar que ninguna de las predicciones de golpes de estado, de quema de ciudad, de alteración violenta del orden público, no tenía sentido, desencajó a más de uno de los neo - bolivarianos en el poder. La razón es sencilla y harto conocida: ellos necesitan la confrontación, la pelea, la dicotomía. Aquellos en el gobierno que se han fanatizado en su idea socialista, necesitan hacer realidad el discurso maniqueo que el presidente insiste en imponerle a la sociedad, pues sin esa pelea, su revolución pierde sentido. Para muestra, basta solo releer la cita de Goering que sirve de epígrafe a esta nota. “All you have to do is to tell them they are being attacked, and denounce the pacifists for lack of patriotism and exposing the country to danger. It works the same in any country.”
En definitiva, los fanáticos como Barreto (que ayer inauguró un grupete de bolivarianos anti - golpistas), Carreño, Rodríguez, Varela, Tascon y varios más, suelen quedarse mudos, sin respuestas, cuando se les enfrenta un grupo de personas con ideas, consignas y argumentos. Es esa la única manera de desnudar al poder.
Cerremos esta nota con una cita más de Tomás Eloy.
“los ejecutores de esa política mafiosa no saben como comportarse cuando las reglas de juego cambian y el lenguaje común es el de la libertad. [...] No es fácil convivir con miles de fanáticos que se ven a sí mismos como encarnaciones de Dios. La mejor defensa de la democracia, entonces, es segregar a los fanáticos y a los autoritarios: demostrarles que están solos, al margen, rumiando para nadie sus oscuros e insaciables odios”.
5 comentarios:
Mi estimado Cronopio.
Cómico como es que la crisis actual obliga a unos a salir, a otros a leer. Yo también he estado leyendo un poco a este respecto, y creo que el panorama esta empapado de algunas sutilezas que vale la pena analizar.
En primer lugar, creo que el llamado a la no violencia es vacío si se ve como objetivo y no como método. La no violencia es un quehacer, un something to do, pero debe estar alineado con un objetivo mayor. Honestamente, me cuesta ver el objetivo mayor de la dirigencia estudiantil.
No, no me he psicotizado (aún). Se muy bien que los chamos llaman a postergar la fecha del referéndum (objetivo que me parece brillante, puesto que parece ser negociable, si bien no conozco los detalles de las implicaciones legales). Pero por objetivo mayor hago referencia a su ficción, a su proyecto de país.
Si, son jóvenes. Si, tienen poca experiencia, pero lamentablemente sus acciones desaparecerán a menos que se ajusten a un proyecto, a una ficción de país. Las instituciones que tradicionalmente se han dado a la tarea de generar e implementar esas visiones son los partidos políticos.
Pero en Venezuela le tenemos fobia a los partidos políticos, fobia que Chavez se encargó de sembrar y que nosotros con gusto aceptamos. Y aquí viene mi critica: no estamos haciendo nada sino actuando como oposición según la visión de Chavez. A menos que realicemos un proyecto propio, particular, y no reaccionario ante la amenaza chavista, no vamos a ir a ningún sitio.
Una nueva ficción de país, no reaccionaria, sino que obligue a reaccionar, y salir (por ejemplo) a los medios diciendo que apoyamos el aborto, y obligamos al chavismo a reaccionar a nuestras líneas discursivas y rompemos el juego de siempre.
No es harto original este planteamiento, pero creo que tiene sentido. De lo contrario, nos toca esperar que esto se agote por la vía de siempre: hambre, muerte, destrucción.
Y allí, no nos quedará otra más que convencernos que la violencia puede ser utilizada para el bien, terminado de corromper lo último que nos queda.
Un abrazo Cronopio, disculpa la extensión de esta catarsis.
En efecto una cita tan contundente como triste, porque en efecto a las masas es mucho más fácil de disuadir que al individuo, cuando somos grupo asumimos el rol de "buen rebaño", bien sea del grupo opositor o del bolivariano, cada uno sigue a su pastor para no "perderse".
El problema en la oposición es que no existe "el pastor" si no muchos cogollos de antaño y otros quizás mas frescos que, ante la realidad de un país descuartizado y sumido en un odio que no conocíamos, lanzan flechas azarosas que no construyen un discurso "revolucionario" y con esto me refiero a una propuesta, a una alternativa, hasta ahora en lo único en lo que estamos deacuerdo como rebaño es en negarnos a todo lo que proponga el Jefe de Estado, en oponernos, por eso nuestro nombre como grupo no puede ser más exacto, opernernos sin proponernos, preocuparnos sin ocuparnos, y allí estamos todos metidos, estudiantes, profesionales, amas de casas, empresario, etc., como un gran rebaño...
Wolfstrife,
Coincido completamente con todo lo que planteas en tu comentario. Tienez toda la razón cuando dices que la no violencia debe ser entendida como método, no como objetivo. También creo que hay mucho de irracional en el actuar de los estudiantes. Lo que definitivamente llama la atención (por lo alarmante) es como ese método de decidir no pelear, no hacerle el juego a los bolivarianos, o para decirlo en tus palabras, para no aceptar la ficción chavista, los desnuda completamente. Si no tienen con quién pelear, quedarán rumiando solos sus odios, y eso es tremendamente elocuente en el momento en el que vivimos.
También creo que es preocupante la falta de ideas concretas en el discurso político de este país. Todo es un cliché, todo un lugar común, todo víceras. Además, esta ficción que tristemente el país ha comprado, es harto conocida. Nada hay nuevo en la retórica chavista. ¡¡¡Basta leerlo a Orwel para darse cuenta!!! O leer esa tenebrosa cita de Goering.
En efecto, coincido cuando dices que todo cambiará el día que se proponga una ficción nueva de país, preferiblemente propuesta por políticos, pero temo que estamos aún lejos de eso. Por lo momentos, desnudemos la nadería del poder dejándolos peleando contra si mismos. (Otro insigne Nazi, Goebbels, solía decir que de no haber existido los Judíos, ellos los hubiesen tenido que inventar)
Chicas,
Coincido también en lo del rebaño. Imagino que deben haber docenas de aproximaciones teóricas (psicología social, sociología) que se dedican a explicar esa irracionalidad de las masas. Yo entiendo la política actual como un gran conjunto de heurísticos. Así se pretende imponer la reforma, no como una elección basada en el análisis, sino como una elección movida desde la simpatía a una persona. Pero creo que ese es un problema que sufre la democracia en general, sobretodo en países con bajísimos niveles educativos. Hay dos citas de ese increíble hombre de la política y las letras - Winston Churchill - que me vienen a la mente leyendo tu comentario.
La primera:
"It has been said that democracy is the worst form of government except all the others that have been tried".
La segunda:
"The best argument against democracy is a five-minute conversation with the average voter".
No puede tener más razón el Inglés. Lo importante, lo crucial en este momento, es desnudar al fanático. No dejarnos arrastrar a ese contexto que le da sentido y significado al atado de lugares comunes chavistas que terminan siendo una vindicación del totalitarismo. Eso, aún como rebaño, lo podemos hacer.
Que buena las citas de Churchill... Y muy bien argumentado tu punto de vista sobre la no-violencia, aunque tambien estoy de acuerdo con la direccion que sugiere wolfstrife. Saludos... y un alto al fuego.
También Paz se escribe con P de plomos.
Me lo dijo un policía aquí en un pueblo grande del interior después de volarle el músculo del brazo a un estudiante de 15 años.
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