lunes, 28 de enero de 2008

TED





Un apreciado amigo suele mostrarme, de cuando en cuando, pequeñas ventanas al mundo del arte que una vez abiertas son fascinantes. Así ocurrió cuando, reunidos para charlar un poco de fotografía (el área en la que se especializa y en la que, hay que decirlo, muestra un talento deslumbrante) me comentaba de la maravillosa charla que diera James Natchwey en la ceremonia del premio TED. ¿¡El premio qué!? - pregunté yo desnudando, una vez más, mi ignorancia “crasa y supina”. “El premio TED es parte de la iniciativa de un grupo de personas en la promoción del conocimiento en todas sus formas. Tienen una página web en la que publican y dan libremente todas las charlas que organizan anualmente. TED es el acrónimo de Technology Entertainment Design”, contestó él para sacarme de la penumbra. Más tarde, metidos en internet en la sala de su casa, vi con los ojos como el dos de oro la charla impecable de ese brillante fotógrafo norteamericano, la cual por cierto pueden disfrutar haciendo click justo aqui

La idea de TED me pareció fabulosa por varias razones: en primer lugar, me parece genial que un grupo de personas se de a la tarea de reunir anualmente (hoy lo hacen semi - anualmente) a personajes insignes de distintas áreas del saber y el hacer humano, que van desde el arte puro y simple hasta la ingeniería, la medicina y la física. Pero además de eso, lo que más agradecí es que lo den libre y gratuitamente a la gente que, como yo, encuentra en esas charlas cosas asombrosas. Uno simplemente entra en la página, busca por tema o por ponente y luego se sienta a escuchar lo que esos señores tienen que decir. Si la charla te gusta y deseas conservarla, basta con hacer click en las opciones de download y los puedes bajar al iTunes o al escritorio sin contraseñas ni subscripciones de ningún tipo. 

Para no dejar el post con el simple anuncio de la existencia de TED (lo que ya es suficientemente importante), quisiera comentar brevemente uno de los temas que más me interesa y que es abordado con frecuencia: creatividad. 

Sir Ken Robinson, ex - miembro del que supongo es un análogo Inglés a nuestro ministerio de educación, elabora en su charla la idea de que la creatividad poco a poco va siendo castrada por la rígidas estructuras de los sistemas educativos a nivel mundial. Dice Robinson, citando a Picasso, que todos los niños nacen artistas, pero que conforme crecen el sistema de educación los va haciendo temer al fracaso y en consecuencia les va restando estímulo a la posibilidad de innovar, de inventar, de decir lo primero que piensan.   Cita, para ilustrar su punto, una anécdota espectacular de una niña en una clase de dibujo. El asunto ocurrió más o menos así: 

Una maestra se acercó al pupitre de una niña de unos 6 años que dibujaba (en las otras clases la niña era un desastre, no atendía ni se concentraba) y le preguntó qué era lo que estaba dibujando. La niña respondió “dibujo la cara de Dios”. La maestra, posiblemente ingenua de su rigidez, rápidamente le contestó que nadie ha visto el verdadero rostro de Dios y que por lo tanto nadie sabía como era, aludiendo obviamente a la supuesta imposibilidad de dibujarlo. La niña, rápida y maravillosamente le contestó “dame un minuto y sabrán cómo se ve Dios”.

La anécdota del inglés es fabulosa por su inmenso poder ilustrativo. Efectivamente, los niños no temen el fracaso y pueden, si son apoyados sanamente para ello, dar respuestas deslumbrantes que nos sacan momentáneamente de este mundo cada vez tecnológico y definido por default. Afirma el señor Robinson que el arte debería ocupar el mismo status de privilegio que hoy ocupan las matemáticas y la historia. “We don´t grow into creativity, we grow out of it. O rather, we are educated out of it”, dice con asombrosa precisión. Ignacio Maritn - Baró dijo alguna vez que las universidades se están transformando en meros ascensores sociales. No podría estar yo más de acuerdo. Pensando en Venezuela, cuánta falta nos hacen personas que sepan romper el molde, que salgan del lugar común, que tengan la posibilidad de elaborar ideas complejas y no simples recetas pre - fabricadas. Pienso en mis estudiantes en la UCAB y la asombrosa necesidad que tienen de ejercitar el asombro, la imaginación, el procesamiento formal. Nada de eso ocurre y cada vez más nos paramos en las aulas frente a muchachos automatizados, anestesiados en su posibilidad de deslumbrarse ante una idea y de cuestionarla, aunque sea sólo por diversión o rebeldía. 

Cierro, para no echar todo el cuento torpemente, con un extracto de la charla y la invitación a escucharla haciendo click aca. Espero sea de su agrado. 



"Our education system is predicated on the idea of academic ability. And there’s a reason. The whole system was invented round the world — there were no public systems of education, really, before the 19th century. They all came into being to meet the needs of industrialism. So, the hierarchy is raised on two ideas: number one, that the most useful subjects for work are at the top. So you were probably steered benignly away from things at school when you were a kid, things you liked, on the grounds you would never get a job doing that. Is that right? Don’t do music, you’re not going to be a musician; don’t do art, you won’t be an artist. Benign advice. Now, profoundly mistaken. The whole world is engulfed in a revolution. And the second is, academic ability, which has really come to dominate our view of intelligence, because the universities designed the system in their image. If you think of it, the whole system of public education around the world is a protracted process of university entrance. And the consequence is that many highly talented, brilliant, creative people think they’re not, because the thing they were good at school wasn’t valued or was actually stigmatized. And I think we can’t afford to go on that way."

lunes, 14 de enero de 2008

El lujo de ser incómodo


El Nacional de hoy lunes publica una entrevista bastante interesante a Jorge Lanata, célebre periodista argentino que tiene entre sus méritos el haber fundado Pagina/12, posiblemente uno de los periódicos que mayor impacto ha tenido en las maneras de hacer prensa. Confieso conocer sólo por menciones la labor del gordo Lanata, pero a juzgar por las respuestas inteligentes que le devuelve al periodista de El Nacioanl, el tipo es realmente lo que me han vendido que es: un conocedor del oficio del periodismo, como los que tristemente no se hallan más en estas tierras. Todo esto viene en razón de mi sensación de vacío cuando busco, sobretodo en TV, algún comunicador social medianamente informado o leído que sepa ponerse a la altura de la situación que atraviesa el país y que deje, por una vez, de hacer preguntas pelotudas y efectistas en busca de mayor rating. No sé si coinciden conmigo, pero no puede ser que Carla Angola sea hoy una de las comunicadoras de mayor prestigio. ¿En razón de qué? Cierto que la niña es esmerada y bonita, pero es mi impresión que le hace falta, como diría Manuel Caballero, lecturas trasegadas y no caletres de antier noche (los cuales, por cierto, tampoco creo que sean tan frecuentes). Así, siento, ocurre con casi todos los periodistas o comunicadores sociales. Se rescatan un puñado de pensadores de la prensa nacional a quienes se puede leer con placer semanalmente, pero mucho de ellos no son comunicadores de oficio, sino más bien intelectuales con todas sus letras que, gracias a Dios, colaboran con la prensa para hacer públicos sus análisis y pensamientos. Allí están Simón Alberto Consalvi, Elías Pino Iturrieta, Tulio Hernández, Colette Capriles, Emeterio Gómez, Manuel Caballero, Ibsen Martínez, Rafael Arráiz Lucca y Teodoro Petkoff, para mencionar aquellos que tengo en el “top of mind”. De TV no menciono a nadie porque simplemente, no hay (el ciudadano y su triste corro no se pueden tomar en serio).

En definitiva, qué bueno sería que aunque fuese sólo por casualidad surgiera por ahí algún periodista, que cómo Lanata, se pueda dar el lujo de incomodar al poder desde las trincheras del conocimiento, la información y la inteligencia. 

lunes, 7 de enero de 2008

Del Toro y sus laberintos


Los últimos días del año 2007 me han regalado una inmensa sorpresa: el descubrimiento de la obra de Guillermo del Toro. He llegado tarde, como suelo hacer cuando de cultura y cine se trata, pero he llegado. Empecé viendo, con ojos de prejuicio, El Laberinto del Fauno (2006), pensando que me tropezaría con un film más de hadas y seres fantásticos de los muchos que se han hecho moda en estos últimos tiempos. Para mi fortuna, no fue así. Del Toro con fabulosa maestría nos abre una gran variedad de puertas por las que podemos entrar para interpretar el contenido de la película, y lo mejor quizá, es que sólo cierra unas pocas, dejándonos a nosotros la potestad de decidir la naturaleza de aquello que vimos. Juega con esa capacidad hermosa del arte de proponer sin demostrar. Así, aborda temas como la dicotomía realidad - ficción, el juego y la naturaleza de lo lúdico, la crueldad, la obediencia y hasta deja escurrir alguna que otra crítica política. Desde mi óptica de espectador humilde e ignorante de muchísimos temas relativos al celuloide, la película esta concebida como un buen cuento, ganándote por knock out en dos horas intensas de contenidos maravillosos que se entrecruzan y combinan para darnos una infinidad de posibilidad con las cuales deleitarnos. Es también una divina reivindicación del cine hispano, que en este caso como en otros tantos (pensemos en lo mejor de Amenabar, por ejemplo Tesis) le sabe ganar al efectismo de Hollywood con ideas sólidas y deliciosamente presentadas. 

El Orfanato (2007) es otra de las victorias recientes de Del Toro, esta vez bajo la figura de productor, la cual probablemente termine haciéndose de algunos cuantos premios importantes (ya tiene varias nominaciones al Goya y probablemente ocurra igual en Cannes y en el Oscar). En este caso, sin abandonar el estilo que hemos comentado un poco más arriba, es decir, el de insinuar sin mostrarlo todo; Del Toro y G Sánchez (guíonista) se mandan una espectacular película de terror, con todo lo bueno que debe tener el terror. Soy de los que cree que el cine que pretende generar miedo no debe, como erróneamente se estila en los mas burdos ejemplos recientes hollywoodenses, literalizar y proponer el horror en si mismo. Muy por el contrario, debe estimular los temores que todos llevamos dentro, lanzando pequeñas pistas que alboroten esos “fantasmas” que nos son propios, probablemente desde la infancia. Es una película también con muchas puertas y muchos temas interesantes. Nuevamente lo lúdico y lo cruel, esta vez un poco más de la mano, se hacen presentes. Nuevamente la eterna diatriba entre lo que es real o no, pero planteado bajo una de sus conocidas analogías: vida - muerte. En fin, todo un deleite para el que quiere, como quien agarra un buen libro, lanzarse una dosis de buen arte y de cine con ideas.