miércoles, 26 de diciembre de 2007

Año Nuevo


Bueno, se acaba el año. El próximo será, sin dudas, un año interesante. Esperemos que a todos nos agarre una buena racha y que, pese a lo movido, podamos levantar la copa con ánimos renovados en diciembre del 08. 
A todos y todas los que entran a este blog, ¡¡Feliz Año 2008!!
Nos vemos en enero
C. 

lunes, 17 de diciembre de 2007

Boliburguesía

El pequeño error del Ministro Carreño, hace unos pocos días, da para escribir y reflexionar por meses. Desde la contundente e importante victoria del NO el pasado 2D, los voceros del régimen se han empeñado en unirse a la barrena en la cual parece haberse hundido el Sr. Presidente. Y es que en mi opinión, el movimiento revolucionario empezó a desmoronarse, como si Chavéz y su tren ministerial se hubiesen sentado a jugar al Jenga.

Ya hemos conversado en este humilde blog sobre las contradicciones del régimen. Hemos hecho evidente la triste abundancia del oxímoron en el discurso del jefe (y de todos los que lo siguen, que no son más que tristes cajas de resonancia del mismo cliché gastado y anacrónico). Pero lo dicho en TV por el Ministro Carreño, luego de que le fuera reflejada, con gran tino por la periodista de RCTV, el uso de marcas “ultra sifrinas” en su atuendo, constituye el epítome del discurso chavista. Pensándolo mejor, el epítome se halla más bien en el tartamudeo y la pobre respuesta que da el Sr. Ministro luego de que la periodista le diera justa en la tecla. Pocas veces anteriormente un trastabilleo verbal como aquél ha tenido tanto significado.

Video

Evidentemente, las mentes más lúcidas del mundo periodístico han sabido recoger con inteligencia el pequeño desliz. Entre ellas, quizá una de las máximas exponentes del humor gráfico hoy día - Rayma Suprani - ha dado, como la periodista de RCTV, justo en la tecla. Veamos:


***



No hay necesidad de comentar estas pequeñas perlas. Gritan, (valga la redundancia) con humor e inteligencia, el enorme vacío discursivo de los bolivarianos. Aplausos para Rayma, como siempre.

Por cierto, después de oírlo al Ministro y de ver las perlas de Rayma me vino a la mente una campaña publicitaria hecha para el juego Monopolio, el más capitalista de los juegos, que parece haber sido pensada por el mismísimo ministro para el poder popular del interior y justicia.





Pequeña coincidencia que parece evidenciar que lo que suelen decir los boliburgueses, siginifica casi siempre, lo contrario.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Metáfora

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Libro del desasosiego


It is a very sad thing that nowadays there is so little useless information. Oscar Wilde, a few maxims

De vez en cuando se tropieza uno con libros desequilibrantes, cuyos símbolos nos hacen trastabillar y nos catapultan a horas de pensamiento sin objetivo, que quizá sea el mejor tipo de pensamiento. Así fue que, caminando por mi querida Buenos Aires (esa ciudad mágica llena de escondites asombrosos, poblada de librerías y teatros), tropecé de cara con Pessoa. Lo he venido buscando desde hace tiempo a Fernando, porque he leído comentarios sobre él que me han capturado totalmente. Por ejemplo, esa fabulosa idea de crear múltiples heterónimos, que más que firmas distintas para su inusual obra, llegan a ser personas totalmente reales para quienes nos sumergimos en sus textos. Al fin y al cabo, después de más de 80 años de muerto, qué diferencia puede haber para mi, un humilde lector, entre Ricardo Reis, Fernando Pessoa o Bernardo Soares. Pero el objetivo de esta nota no es hacer una semblanza de Pessoa (eso vendrá después, luego de que haya leído un poco más de él y sobre él), sino compartir con Uds el primero de los textos sueltos que habitan el “libro del desasosiego” (esa palabra es la mas justa, pues parecen vivos todos los textos caóticos que lo componen). Vaya pues, esta pequeña joya, totalmente actual y afín, al menos, con mi manera de ver, entender y disfrutar de la literatura.
C.
***
Autobiografía sin hechos

1.

Nací en un tiempo en el que la mayoría de los jóvenes habían dejado de creer en Dios, por la misma razón que sus mayores habían creído en Él - sin saber por qué. Siendo así, y dado que el espíritu humano tiende naturalmente a critircar porque siente y no porque piensa, la mayoría de los jóvenes eligió la Humanidad como sucedáneo de Dios. Pertenezco, sin embargo, a esa especie de hombres que están siempre al margen de aquello a lo que pertenecen y no ven sólo la multitud de la que forman parte, sino también los grandes espacios que hay a los costados. Por eso, ni abandoné a Dios tan ampliamente como ellos, ni acepté nunca la Humanidad. Consideré que Dios, si bien improbable, podría ser y en consecuencia, también ser adorado; pero que la Humanidad, siendo una mera idea biológica, cuyo significado se limita a la especia animal humana, no era más digna de adoración que cualquier otra especie animal. Este culto a la Humanidad, con sus ritos de Libertad e Igualdad, me pareció siempre una resurrección de los cultos antiguos, en que los animales eran como dioses, o los dioses tenían cabezas de animales.
De tal manera, no sabiendo creer en Dios, y no pudiendo creer en una suma de animales, me ubiqué, como alguna otra gente marginal, a esa distancia de todo a la que vulgarmente se la llama Decadencia. La Decadencia es la pérdida total de inconsciencia; porque la inconsciencia es el fundamento de la vida. El corazón, si pudiese pensar, se detendría.
A quien como yo no sabe, viviendo, tener vida, ¿Qué le resta sino, como a mis pocos pares, la renuncia como actitud y la contemplación como destino? No sabiendo qué es la vida religiosa, incapaces de saberlo, porque no se tiene fe con la razón; ni sabiendo incluso qué hacer con ella ante nosotros, nos quedaba, como motivo para tener alma, la contemplación estética de la vida. Y así, ajenos a la solemnidad de todos los mundos, indiferentes a lo divino y desdeñosos de lo humano, nos entregamos con frivolidad a la sensación sin propósito, cultivada en un epicureísmo refinado, como conviene a nuestros nervios cerebrales.
Reteniendo de la ciencia aquel precepto suyo y tan central, de que todo está sujeto a leyes fatales, contra la cuales no hay cómo reaccionar con independencia, porque incluso esa reacción responde al mandato que ellas nos imponen; y verificando de qué modo ese precepto se ajusta a otro, más antiguo , de la divina fatalidad de las cosas, abdicamos del esfuerzo como los débiles del entretenimiento de los atletas , y nos inclinamos sobre el libro de las sensaciones con un gran escrúpulo de sentida erudición.
No tomando nada en serio, ni considerando que nos haya sido dada como cierta otra realidad que la de nuestras sensaciones, en ellas nos amparamos, y a ellas las exploramos como a dilatados territorios desconocidos. Y si nos abocamos asiduamente, no sólo a la contemplación estética, sino también a la expresión de sus modos y resultados, es porque la prosa o el verso que escribimos, destituidos de la intensión de querer persuadir al ajeno entendimiento o estimular la ajena voluntad , son apenas como el dejar oír su voz por parte de quien lee, un acto que no aspira sino a dar plena objetividad al placer subjetivo de la lectura.
Sabemos bien que toda obra debe ser imperfecta, y que la menos segura de nuestras contemplaciones estéticas, será la de aquello que escribimos. Pero imperfecto es todo; no hay ocaso tan bello que no pudiese serlo más aún, ni brisa leve que nos adormezca que pudiese brindarnos un sueño más apacible todavía. Y de tal modo, contempladores ecuánimes de montañas y de estatuas, gozando por igual días y libros, soñándolo todo, y ante todo para convertirlo en nuestra íntima sustancia, también haremos descripciones y análisis qué, una vez efectuados, pasarán a ser cosas ajenas que podremos disfrutar como si brotaran de la tarde.
No es éste el concepto de los pesimistas, como aquel de Vigny, para quien la vida es como una celda donde él trenzaba paja buscando distracción. Ser pesimista es tomarlo todo como a la tremenda y esa actitud es una desmesura y una molestia. No contamos, es cierto, con un concepto válido para aplicar a la obra que producimos. La producimos, es verdad, para distraernos, pero no como el preso que trenza paja para distraerse del destino, sino como la niña que borda almohadones, distrayéndose sin más.
Para mí, la vida es como una posada del camino, donde debo demorarme hasta que llegue la diligencia del abismo. Ignoro adónde me llevará, porque no sé nada. Podría considerar esa posada como una prisión, pues estoy obligado a aguardar en ella; podría considerarla como un sitio propicio para la sociabilidad, porque en ella me encuentro con otros. No soy, sin embargo, ni impaciente ni convencional. Dejo el encierro a los que se aíslan en sus cuartos, indolentes, echados en la cama donde esperan, sin sueño; dejo a los que en ellas se complacen las charlas de los salones, desde donde músicas y voces llegan confortables hasta mí. Me siento a la puerta y embebo mis ojos y oídos en los colores y sonidos del paisaje, y en tono lento, para mí sólo, vagos cantos que compongo mientras espero.
Sobre todos caerá la noche y arribará la diligencia. Disfruto de la brisa que me dan y del alma que me dieron para ello, no pregunto más ni busco. Si cuanto dejé escrito en el libro de los viajeros puede, releído un día por otros, entretenerlos también en la travesía, estará bien. Si no lo leyeran ni los entretuviera, estará bien de todos modos.

martes, 27 de noviembre de 2007

Baires mío

En Buenos Aires brilla el sol y un par de pibes,
en la esquina, inventan una solución.
En Buenos Aires todo vuela, la alegría,
la anarquía, la bondad, la desesperación.
Y Buenos Aires es un bicho que camina,
ensortijado entre los sueños y la confusión.
En Buenos Aires descubrí que el día
hace la guerra, la noche el amor.
En Buenos Aires leo, fumo, toco el piano
y me emborracho solo en una habitación.
En Buenos Aires casi todo ya ha pasado
de generación en degeneración.
Y Buenos Aires come todo lo que encuentra
como todo buen Narciso, nadie como yo.
Pero el espejo le devuelve una mirada
de misterio, de terror y de fascinación.
Buenos Aires, buenos aires,
buenos aires para vos.
En Buenos Aires toca Charly en un biloche
planetario, es alto y voluptuoso.
En Buenos Aires llega un punto en que ya nada
vale nada y todo vale nada.
En Buenos Aires nos acechan los fantasmas
del pasado y cada tango es una confesión.
Cuando en el mundo ya no quede nada,
en Buenos Aires la imaginación.
Es una playa macedónica tan cierta
y tan absurda viven Borges, Dios y el rock and roll.
En Buenos Aires viven muertos, muertos viven
y no quiero más tanta resignación.
Yo quiero un barrio bien canalla, bien sutil
y bien despierto, supersexy,
quiero una oración
que nos ayude a descorrer el velo
y que termine la desolación.
Buenos Aires, malos tiempos
para hacerte una canción.
En Buenos Aires los amigos acarician
y los enemigos tiran a matar.
En Buenos Aires, San Martín y Santa Evita
montan una agencia de publicidad.
En Buenos Aires, la política... que falta
de respeto, que atropello a la razón.
En Buenos Aires, el fantasma de la ópera
camina solo por Constitución.
En Buenos Aires tengo más de lo que quiero
pero lo que quiero nadie me lo da.
En Buenos Aires hay un Falcon pesadilla
en el museo de cera de la atrocidad.
En Buenos Aires falta guita pero sobran
corazones condenados a latir.
En Buenos Aires amanezco, resucito,
me defiendo a gritos, quiero ser feliz.
En Buenos Aires cuando hablamos de la luna
solo hay una: la del Luna Park.
En Buenos Aires he perdido mil batallas
pero hay una guerra que pienso ganar.
Buenos Aires.
En Buenos Aires brilla el sol y un par de pibes,
en la esquina, inventan una solución.
(cuando en el mundo ya no quede nada)
en Buenos Aires todo vuela, la alegría,
la anarquía, la bondad, la desesperación.
Todas las noches sale el sol
todos los días vuelve el sol.
Fito Páez y Joaquín Sabina

martes, 13 de noviembre de 2007

Sobre la venezolanidad


Voy a intentar abrir una nueva sección (acaso sea, en realidad, la primera) de este blog para explorar un poco ese constructo extraño que es la venezolanidad. Lo hago porque en estos días aciagos me lo he venido preguntando repetidas veces. ¿Por qué la violencia parece estar tan legitimada en esta sociedad? ¿Por qué hay un desdén generalizado hacia el otro en casi todos los espacios y actividades cotidianas? ¿Qué ha pasado con este “pueblo” amable y cordial que se jacta de haber recibido con brazos abierto a decenas de miles de inmigrantes poco menos de medio siglo atrás? ¿Es parte de lo que vivimos consecuencia de una “venezolanidad” en negativo, de una concepción de sociedad que se ha venido transformando en su opuesto? No lo sé bien, pero tengo la terrible impresión de que vivimos momentos de deterioro social importantes, que trascienden los estrictamente político y que terminarán por generarnos una cantidad de problemas importantes.

Para empezar esta reflexión voy a compartir con Uds, amables lectores, una foto que habla, con extrema claridad, la naturaleza del “servicio” que hay en este país (o al menos en Caracas). La tomé en uno de los locutorios públicos que la empresa CANTV - ahora roja, rojita - tiene en una centro comercial del este de la ciudad. La foto, como podrán observar, no necesita mayor comentario. Despierta, no obstante, algunas inquietudes. La primera y más obvia es cómo es posible que una empresa de telecomunicaciones no pueda ofrecer el servicio de llamadas. Esa obvia inquietud, sin embargo, es comprensible ante el eventual colapso de las líneas o cualquier otro inconveniente técnico que escape de la posibilidades de acción de los que gerencian aquél locutorio. La segunda inquietud tiene que ver con la forma en que comunican el problema. ¿Soy yo, o el letrerito pegado contra el vidrio esconde un grito, al menos una voz alzada ante el fastidio de las que imagino fueron una larga seguidilla de caras de asombro al estilo “¡Cómo coño no hay teléfono en esta vaina!” que varios de los que entraron al local debieron espetarle en la cara al encargado del negocio? ¿Cómo se debe interpretar, sino como una inmensa ladilla, esa colección de signos de admiración y mayúsculas que siguen a la noticia? Yo, particularmente dudo mucho, que esos signos sean una expresión de empatía por parte de los que allí trabajan, como queriendo decir “¡Qué bolas que se nos dañó el teléfono siendo CANTV!, ¡¡¡¡a nosotros nos tiene esto más asombrado que a Ud!!!!!”
No sé realmente qué palabra puede expresar el desinterés que en términos generales se siente hacia uno cuando es atendido en cualquier negocio o por cualquier trabajador. Hay una suerte de creencia de que servir a otro supone una condición de inferioridad intolerable. Tal vez sea esa flojera aprendida según la cual toda persona merece, sin más ni más, que se le de sin trabajar lo que le provoca, lo cual colocaría al trabajo en una situación de labor forzosa innecesaria. Tal vez es ese desdén por el otro lo que hace al servicio una tortura para quien lo provee. Lo cierto del caso es que el maltrato se ha hecho política sistemática, como también lo es la resignación que todos los que deseamos ser tratados con respeto y consideración hemos venido presentando. ¿Qué piensan Uds? ¿Qué cartelito hubiese preferido?

jueves, 8 de noviembre de 2007

La elocuencia de la no violencia.



Naturally the common people don't want war; neither in Russia, nor in England, nor in America, nor in Germany. That is understood. But after all, it is the leaders of the country who determine policy, and it is always a simple matter to drag the people along, whether it is a democracy, or a fascist dictatorship, or a parliament, or a communist dictatorship. ...Voice or no voice, the people can always be brought to the bidding of the leaders. That is easy. All you have to do is to tell them they are being attacked, and denounce the pacifists for lack of patriotism and exposing the country to danger. It works the same in any country. Herman Goering - The Nuremberg Diary

De vez en cuando regreso a las páginas del libro “Requiem por un país perdido” que recoge las crónicas políticas de Tomás Eloy Martínez referidas al deterioro político y social que la Argentina vivió poco menos de 3 décadas atrás.
Sus páginas contienen elementos esclarecedores si se proyectan a los tiempos que vivimos en nuestro país, pues no hay nada en el pensamiento de los actores políticos fanatizados (en ambas aceras de la vida política venezolana) que sea realmente nuevo. De modo que sólo basta hojear un poco algunos libros con reseñas históricas de los vivido, por ejemplo, en el cono sur, para darse cuenta de la naturaleza de las cosas a las que podríamos estarnos enfrentando en el futuro próximo en Venezuela.
En el libro de Martínez hay una sección que es de especial importancia para los venezolanos. La misma lleva por título “seres de odio” y recoge varias reflexiones sobre esos tristes personajes que se atribuyen la verdad absoluta y, en su condición de falsos mesías, buscan imponérsela a los demás ciudadanos. Dice Martínez en su libro:

“Las dictaduras de América Latina propusieron la creación de sociedades educadas por el terror, la opresión y el castigo: una cultura paternalista edificada a través de órdenes inapelables. Desobedecer, disentir, reclamar, eran culpas que se sancionaban con la muerte”.

En Venezuela estamos acercándonos peligrosamente a ese extremo de castigar con la muerte la disidencia. No debe tomarse a la ligera aquella amenaza del presidente de llevar “millones de revolucionarios a quemar el este” o aquella otra advertencia expresada en el más conocido oxímoron bolivariano que reza que la de ellos es una “revolución armada con balas de paz”. El hecho de que existan unos pocos fanáticos que estén dispuestos a matar a otro por diferir de éste políticamente (como parece haberle ocurrido al hermano del inefable ministro carreño), amparados en la retórica presidencial es otra señal sobre lo cerca que estamos de la sociedad descrita por Martínez.
Existe, sin embargo, una manera contundente de enfrentar a este tipo de personas, a este tipo de formas de pensar: la no violencia.
Puede parecer en principio una ingenuidad espantosa, pero analizándola bien, se da uno cuenta de su inmenso alcance y poder. Los estudiantes, con todas las torpezas que uno puede atribuirles, lo han demostrado ya en varias oportunidades. Ayer, en su marcha al TSJ, lo volvieron a hacer. El demostrar que ninguna de las predicciones de golpes de estado, de quema de ciudad, de alteración violenta del orden público, no tenía sentido, desencajó a más de uno de los neo - bolivarianos en el poder. La razón es sencilla y harto conocida: ellos necesitan la confrontación, la pelea, la dicotomía. Aquellos en el gobierno que se han fanatizado en su idea socialista, necesitan hacer realidad el discurso maniqueo que el presidente insiste en imponerle a la sociedad, pues sin esa pelea, su revolución pierde sentido. Para muestra, basta solo releer la cita de Goering que sirve de epígrafe a esta nota. “All you have to do is to tell them they are being attacked, and denounce the pacifists for lack of patriotism and exposing the country to danger. It works the same in any country.”

En definitiva, los fanáticos como Barreto (que ayer inauguró un grupete de bolivarianos anti - golpistas), Carreño, Rodríguez, Varela, Tascon y varios más, suelen quedarse mudos, sin respuestas, cuando se les enfrenta un grupo de personas con ideas, consignas y argumentos. Es esa la única manera de desnudar al poder.

Cerremos esta nota con una cita más de Tomás Eloy.

“los ejecutores de esa política mafiosa no saben como comportarse cuando las reglas de juego cambian y el lenguaje común es el de la libertad. [...] No es fácil convivir con miles de fanáticos que se ven a sí mismos como encarnaciones de Dios. La mejor defensa de la democracia, entonces, es segregar a los fanáticos y a los autoritarios: demostrarles que están solos, al margen, rumiando para nadie sus oscuros e insaciables odios”.



sábado, 3 de noviembre de 2007

Pan con Leche


Ya he torturado suficiente a mis pocos lectores con comentarios sobre el acontecer político. Propongo un brake, uno muy necesario, del tema. ¿Y qué mejor brake que el arte?
Este post habla por si sólo. Lo único que me limitaré a hacer, una vez más, es ser portavoz del talento de Tribop, esa majestuosa banda venezolana que está haciendo música auténtica y espectacular. Abajo comparto uno de sus videos. Espero lo disfruten.



lunes, 29 de octubre de 2007

La destrucción


Es un lunes demasiado lunes, tengo gripe y ya en los 60 minutos de caos que he pasado en la calles caraqueñas me ha bastado para pelearme otra vez con este país. No escribiré nada más, haré simplemente de caja de resonancia. A continuación el editorial del TALCUAL de hoy. Hagan con él lo que les provoque.

C.



***

La reforma de la Constitución, aparte de constituir un fraude a ella misma y configurar un golpe de Estado con disfraz constitucional, puede ser considerada como un Plan de Destrucción de Venezuela. Si esa reforma llegara a ser aprobada definitivamente y se quisiera colocar la vida del país bajo su imperio, desarrollando su normativa mediante los decretos–ley que Chávez tiene en mente dictar a partir de la Ley Habilitante, el resultado será tremendamente destructivo. Venezuela sufriría los efectos de un bombazo nuclear.

La demolición del tramado institucional, sustituyéndolo por unas figuras vagas e indefinidas, de las cuales lo único cierto que emerge es una concentración total del poder político en el puño de Chávez, hará del Estado venezolano, un aparato aún más hipertrófico de lo que siempre fuera, muchísimo más ineficiente de lo que es hoy –lo cual no es poco decir–, en el cual la toma de decisiones y su aplicación se hará tan pesada y rígida que casi lo paralizará. La "destrucción del estado burgués", derivada de la reforma –que es seguramente la coartada ideológica que los Monederos y las Harneckers le venden a Chávez–, conduce inexorablemente a la creación de un una máquina estatal, invasiva y todopoderosa, pero ineficiente e incapaz de administrar la vida cotidiana del país, enredado en una burocracia kafkiana Además, supone la liquidación definitiva del "empoderamiento" del pueblo, que pasa a ser sujeto pasivo de su devenir. Sobre este asunto la experiencia histórica es más que elocuente.

Dentro de este marco jurídico e institucional, la economía y con ella la sociedad, será una víctima impepinable. La idea de un estado que administre desde Pdvsa hasta las variadas formas de propiedad social prefiguradas en la reforma (porque todas terminarán siendo estatales, como ya lo están siendo hoy las experiencias cooperativas y cogestionarias sobrevivientes), es absolutamente irracional, como irracional es la idea de que el comportamiento económico de ese amasijo de empresas que conformarán el capitalismo de estado puede ser planificado y dirigido desde una comisión central de planificación. El capitalismo de Estado se tragará hasta un barril de petróleo de 200 dólares.

Si encima de esto, se implementará un plan de hostigamiento permanente del primer empleador, que es el sector privado de la economía, sometido, además al capricho gubernamental, el resultado previsible es la ruina colectiva. La destrucción del país.

¿Demasiado apocalíptico? No hay que mirar muy atrás en la historia, ni muy lejos de nuestras costas, para percibir la gravedad de lo que nos amenaza.

martes, 23 de octubre de 2007

La Biblioteca Chávez


Cayo en mis manos un libro interesante de Manuel Caballero titulado “Por qué no soy bolivariano” el cual encontré esclarecedor, al menos para mi, que ignoro muchas cosas, sobretodo de historia. No soy un fan de la prosa de Caballero, pero reconozco en él una mente lúcida (de las pocas que nos quedan en estos días aciagos) y respeto profundamente sus ideas, tomándolas con la humildad de un ignorante como yo. El libro en cuestión reúne los argumentos que lo distancian a Caballero de esta religión melcochuda llamada chavismo, todos ellos ampliamente documentados y respaldados por datos reales. Me gustó particularmente las referencias que hace a las citas o bien apócrifas o mal interpretadas que los “intelectuales” de la revolución hacen constantemente. Todo esto viene como prefacio del artículo que copio más abajo y que invito a que lean pese a ser un poco extenso (al menos para lo que se estila en un blog). Evidentemente, es también una invitación a la lectura del libro de Caballero, aunque sea sólo para saber un poco más de este mar de un centímetro de profundidad que es el pensamiento revolucionario.

***

La Biblioteca Chávez
Ibsen Martínez


1.-
Camino llevamos andado escuchando al Máximo Líder hablar de libros.

Desde sus tiempos de profeta abstencionista, nos ha mantenido al corriente de los que, en muchos casos, han sido para él novedades literarias.

Ya ni siquiera tiene chiste el episodio del “Oráculo del Guerrero”, borrado de la lista de citas casuales en Aló Presidente, gracias a una punzo penetrante observación sobre identidades sexuales que Boris Izaguirre dejó escapar en un programa de trasnocho.Tampoco la anécdota, no sé si apócrifa o verídica, pero sí bastante difundida en su momento, de que el futuro Secretario General del PSU declaró en rueda de prensa que “La Rebelión de las Masas”, de Ortega y Gasset, fue un libro capital en su formación revolucionaria. Al parecer, la sola palabra “rebelión” en el título bastó a su entusiasmo por uno de los ensayos fundacionales de la derecha ilustrada.

Otras gaffes se le han atribuido, como esa de haber afirmado alguna vez que “El Culto a Bolívar”, de Germán Carera Damas, texto precursor de la denuncia del uso político de lo cultos heroicos, fue el manantial que alimentó la particular variedad chavista de culto al Libertador.

No sería justo soslayar las dotes de Chávez como divulgador bibliográfico. Ahí tiene usted el caso de Noam Chomsky. El profesor Chomsky es la prueba viviente de que se puede ser un genio de la lingüística generativa transformacional y, al mismo tiempo, un perfecto badulaque en cuestiones de política tercermundista. Atesoro entre mis recortes de prensa la serie de artículos aparecidos en The New York Times acerca del envión en ventas que, para un libro del Chomsky antiglobalizador, significó una sola mención del mismo por parte de Chávez mientras monologaba ante la Asamblea General de la ONU.

Cierto que, en aquella ocasión, Chávez dio por muerto al autor –¿será propensión megalómana eso de suponer que todos los demás genios universales ya han muerto?–, pero ese detalle, olvidado por quien le sopló libro y autor, no impidió que la simpatía que nuestro presidente despierta en el movimiento antiglobalizador mundial llevara las ventas del libro de Chomsky a cotas nunca antes alcanzadas.


2.-
Tengo para mí que, lejos de ser refractario, el presidente no desatiende sugerencias.

Ahí tiene usted el caso de Los Miserables. Entiendo que el Ministerio de Cultura ha patrocinado una edición masiva del libro de Victor Hugo. Tal titanismo de imprenta no puede ser cosa de un simple ministro chavista, por definición transitorio y condenado a regresar el día menos pensado a la oscuridad.

Tiene que haber sido una feliz idea de Chávez, ¿de quién si no?
Es ya un tópico intelectual de la izquierda afirmar que Los Miserables cambia la vida de quien lo lee por vez primera. Casi siempre esto se dice para subrayar el compromiso con los desheredados que debe guiar nuestras lecturas. Al respecto, Mario Vargas Llosa, en un breve y brillante ensayo, íntegramente dedicado a Los Miserables ( “La Tentación de lo Imposible”, Alfaguara, 2004), observa que ninguno de los combatientes de la barricada en torno a la cual gira buena parte de la trama del libro reivindica jamás una idea o tendencia que pueda interpretarse como “de izquierda”, ni en los términos que la palabra designaba en el s. XIX, ni en los del s. XX ni en los de estos albores del XXI que vivimos.

El gran Victor Hugo, que se las apañó para ser, en diversas épocas de su vida, monárquico y republicano, sabía cuidar su mercado de lectores, sin enajenarse a nadie que pudiera pagar por leerlo con una pendejada ideológica.

No es el logro menor de Hugo añadir a la imaginación literaria universal una barricada que no es de izquierda ni de derecha, ni republicana ni monárquica, sino un escenario donde se despliegan heroísmos y ruindades humanas que no desentonan ni siquiera en un musical de Broadway.

Con todo, escuché a un joven chavista decirle sin parpadear a su novia que Los Miserables, texto que apareció en 1862, narra los días de la Comuna de París, trascurridos en 1871.

Hemos, pues, escuchado a Chávez durante todos estos años hablar de libros, y mencionar títulos de Frantz Fanon o de William Ospina.

Donde quiero llegar es a esto: sin duda el presidente no es un lector omnívoro e insaciable, con seguridad Chávez no es un lector como pudo serlo J.G. Cobo Borda, pero los libros le inquietan y mucho. Como todo aspirante autócrata, sabe que los libros importan, que los libros son de temer.

3.-
La alquimia profunda que rige las relaciones de un caudillo absoluto con sus adulantes anima las prácticas de acoso a medios y periodistas que incesantemente se denuncian.

Un caso a la mano es el del texto de Laureano Márquez, penalizado por un tribunal con una multa, una barbaridad a la que Chávez niega toda atribución personal porque lo que actuó no fue él sino la justicia independiente a solicitud de un organismo cuyos directivos se sintieron en deber de actuar legalmente.

Otra vuelta de la misma tuerca adulante viene a darse ahora en torno el libro de Cristina Marcano y Alberto Barrera Tyzska, “Chávez sin Uniforme” (Random House Mondadori, 2004). El mismo –una muy equilibrada semblanza de la juventud de Chávez y de su insurgencia en el horizonte político venezolano– tiene ya varios años circulando en muchos países de habla hispana. La edición brasileña ( “Chávez Sem Uniforme”, Editora Gryphus, 2006) anticipó el éxito de la italiana ( “Hugo Chávez: il nuovo Bolívar?”, editorial Baldini Castoldi Dalai, 2007). Pero ha sido sólo últimamente que ha atraído la atención de quienes lo declaran sin más un plagio, con intención de desestimular su lectura.

Chávez, por cierto, no lo ha mencionado directamente, tan sólo ha dicho por televisión que parte de sus fuentes primarias, sus interesantísimos diarios de cadete, “cayeron en manos del enemigo.” Eso ha bastado para que, de pronto, la prensa oficialista publique sesudos “informes” académicos que dan cuenta de la presunta improbidad intelectual de sus autores, algo que, hasta ahora, nadie ha podido demostrar.

Tengo para mí que el anuncio del inminente lanzamiento en EEUU de una masiva edición en inglés, prologada por Moisés Naím, editor de la influyente revista “Foreign Policy”, sumada a la envidia cómplice de algún analista que haya podido creerse “dueño” del tema, está en el origen del asunto.

¡Si tan sólo Chávez se animase a mencionarlo en alguna de esas cumbres antimperialistas!
Las ventas del libro de mis panas remontarían en USA niveles que ríete de Noam Chomsky.

miércoles, 10 de octubre de 2007

jueves, 4 de octubre de 2007

Procesión



En algún momento (suavemente empezaba a anochecer, el horizonte de techos de automóviles se teñía de lila) una gran mariposa blanca se posó en el parabrisas del Dauphine, y la muchacha y el ingeniero admiraron sus alas en la breve y perfecta suspensión de su reposo
Julio Cortázar, Autopista del Sur



Cuando Cortázar escribió “Autopista del Sur”, lo hizo pensando en una pesadilla que no le pertenecía. Tan cierto es esto, que cuando Joaquín Soler Serrano lo entrevistó en España y le preguntó por el cuento, el Cronopio afirmó no haber estado nunca metido en una cola, pero que la sola idea le parecía horrenda. Hoy no es ni siquiera un lugar común pensar en el cuento aquél cuando se maneja por el infierno caraqueño; más bien genera una nostalgia ajena - porque en realidad nunca lo vivimos - pensar que alguna vez en Caracas se podía manejar sin mayores dificultades. En el presente, atentando contra todo vestigio (si es que existe tal vestigio en el caraqueño) de sentido común, nos disponemos día tras día a inmolarnos entre 2 y 3 horas diarias metidos en nuestro carro. Piénsese bien en la contradicción que supone necesitar de casi una tonelada de metal y plástico para transportar unas cuantas decenas de kilos de hueso y carne de un sitio a otro. Piénsese también en lo curioso que resulta el hecho de que las distancias, que antes habían sido vencidas por la tecnología automotriz, terminaron por imponerse amparados en la trampa de la velocidad. Terrazas del Avila volvió a quedar fuera de Caracas, porque ir desde y hacia ese sitio nuevamente toma horas, como posiblemente ocurría en el pasado para ir hacia lo que sea que existiese en ese sitio (monte y culebra, most likely). Lo mismo le pasa a La Trinidad, Montalban, La Urbina, Padros del Este, El Hatillo; son todos destinos foráneos, alejados de nosotros por ríos interminables de zombies en cajitas de metal. Quizá lo peor de todo es que nadie parece decir nada. Desarrollamos estrategias, que como las colas que queremos evitar, terminan corroyendo lo poco de calidad de vida que logramos rescatar del trabajo y las responsabilidades por definición no placenteras. Así, nos levantamos a las 5 de la mañana y somos capaces de quedarnos en nuestros sitios de trabajo hasta pasadas las 9 de la noche, con tal de sentir que todavía se puede llegar a cualquier sitio en 20 minutos. Cuando se echa la mirada atrás, se da uno cuenta de que pasan las semanas y cada vez hay menos tiempo para el disfrute, el esparcimiento, el goce, la paz, los hobbies, la televisión, los libros o lo que coño sea que nos atrape o apasione. No hace ni falta realizar la antipática operación estadística que supone calcular que porcentaje de nuestra vida la pasamos con el culo pegado a la butaca del carro, mirando con la boca semi abierta esa triste procesión de alienados que desfila todos los días por nuestra triste ciudad. ¡Es demasiado! Y no se va a detener. Se siguen vendiendo decenas de miles de carros todos los meses en este país y no se construye ni un milímetro de vialidad.
Pronto no quedará más remedio que apagar el carro cuando veamos que la cola en la que estamos dejó de moverse para siempre, darle al botón de la alarma e irnos caminando a nuestras casas.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Indulgencia


Nuevamente comparto una mini joya del humor venezolano, obra del ilustre Laureano Márquez. No hace falta mayor aclaración de la pieza que la de decir que fue el editorial del vespertino Tal Cual del día viernes 07 de septiembre a propósito del arrepentimiento que mostrase el ahora célebre Sr. Ameliach. Nótese el genio de la última línea.

***

Galileo, 1633 & Márquez, 2007

“Yo, Galileo Galileach, mayor de edad y de este domicilio, siendo citado personalmente a juicio y arrodillado ante vosotros, los eminentes y reverendos compatriotas del PUS, inquisidores generales de la República Bolivariana contra la depravación herética, teniendo ante mí los sagrados textos de la propuesta de reforma constitucional, que toco con mis propias manos, juro que siempre he creído y, con la ayuda de Dios, creeré en lo futuro, todos los artículos que la sagrada voluntad del único dirigente sostiene, enseña y predica. Por haber recibido orden de este Tribunal Disciplinario de abandonar para siempre la opinión falsa que sostiene que el MVR debe ser desenterrado y que gira alrededor del sol de la libertad de criterio, que es el centro e inmóvil, siendo prohibido el mantener, defender o enseñar de ningún modo dicha falsa doctrina; y puesto que después de habérseme indicado que dicha doctrina es repugnante al Líder Indiscutible y contraria a su voluntad, he escrito y publicado una supuesta carta inexistente en la que trato de la misma y condenada doctrina y aduzco razones con gran fuerza en apoyo de la misma, sin dar ninguna solución; por eso he sido juzgado como sospechoso de herejía, esto es, que yo sostengo y creo que el PUS no es el centro del mundo e inmóvil, y que el MVR es el centro y es móvil, deseo apartar de las mentes de vuestras eminencias y de todo militante socialista esta vehemente sospecha, justamente abrigada contra mí; por eso, con un corazón sincero y fe verdadera, yo abjuro, maldigo y detesto los errores y herejías mencionados, y en general, todo error y sectarismo contrario a lo señalado por el Líder Supremo; y juro que nunca más en el porvenir diré o afirmaré nada, verbalmente o por escrito, que pueda dar lugar a una sospecha similar contra mí; asimismo, si supiese de algún hereje o de alguien sospechoso de herejía, que salga en mi defensa, lo denunciaré a este Tribunal Disciplinario o al inquisidor y ordinario del lugar en que pueda encontrarme, aunque él o ella hayan sido previamente inquisidores y creadores de listas. Juro, además, y prometo que cumpliré y observaré fielmente todas las penitencias que me han sido o me sean impuestas por este Tribunal Disciplinario. Pero si sucediese que yo violase algunas de mis promesas dichas, juramentos y protestas (¡que Dios Rafael no quiera!), me someto a todas las penas y castigos que han sido decretados y promulgados por los sagrados reglamentos y otras constituciones generales y particulares contra delincuentes de este tipo. Así, con la ayuda de Dios y de su proyecto de reforma, que toco con mis manos, yo, el antes nombrado Galileo Galileach, he abjurado, prometido y me he ligado a lo antes dicho; y en testimonio de ello, con mi propia mano he suscrito este presente escrito de mi abjuración, que he recitado palabra por palabra. En Caracas, en el Capitolio Federal, 5 de septiembre de 2007; yo, Galileo Galileach, he abjurado conforme se ha dicho antes con mi propia mano." Galileach, sólo piccola cosa: En la intimidad de tu corazón, allí, en ese lugar secreto en el que sólo tú entras, eppur si muove?

viernes, 7 de septiembre de 2007

Or-weil

Definitivamente, Weil tiene genio y lo manifiesta sin mezquindad en sus caricaturas. Hacía tiempo que tenía ganas de escribir un comentario – harto común en estos días – sobre Animal Farm de George Orwell (de hecho, en El Nacional de hoy 7 de septiembre pueden encontrar uno artículo de opinión con ese título), pero creo que la caricatura de Weil es bastante más elocuente que cualquier cosa que pudiera yo escribrir. Sirva esta pequeñita obra de arte para la reflexión de lo que nos puede venir y, evidentemente, como invitación a la lectura del maravilloso libro del Inglés.


miércoles, 5 de septiembre de 2007

Las Celestiales




Nuevamente de manos de mi estimado amigo José Vilela, un Cronopio como los que ya no se hallan, me llegó a las manos un librillo titulado Las Celestiales, que mi ignorancia (que es inmensa) no me había dejado conocer. El libro en cuestión fue escrito por Iñaki de Errandonea, s.j, (pseudónimo de Miguel Otero Silva) y fue dado a la imprenta en el año 1965 acompañado por ilustraciones de Fray Joseba de Escucarreta, s.j (pseudónimo de Pedro León Zapata). La obra reúne y comenta con una prosa realmente deliciosa una serie de cuartetas presumiblemente originadas en la cultura popular y en las que se canta sobre Santos con alguna que otra palabrota - lo cual por cierto desató la ira del entonces Cardenal Humberto Quintero. La edición que mi estimado pana me regaló (Libros de El Nacional, 2003) viene con sendos prólogos, el primer de Jesús Sanoja Hernández y el segundo y más importante, del propio MOS, el cual por cierto, es de los mejores prólogos que he leído en mi vida (no exagero). Me tomo la molestia de comentar el librillo (el diminutivo no le hace justicia a la calidad de la obra, hace referencia a su brevedad simplemente) porque es de lo mejor que he leído en materia de humor y confío que cualquier buen lector sabrá disfrutar de una prosa espectacular y un ingenio maravilloso. Pero como nada es mejor que dar a probar un bocado de este plato fantástico, dejo ya de hablar pendejadas y les transcribo uno de las varias piezas que podrán encontrar en Las Celestiales. Espero las disfruten tanto como yo.

***

Cuando San Juan se cayó
de la escalera pa´bajo,
Dijo Dios: ¡Adios carajó,
Este Santo se jodió!


En los llanos venezolanos existen dos versiones de esta copla. Don Carlos del Pozo en su Memoria Planiciae Guaricensis transcribe la siguiente: “Cuando San Pablo cayó, etc...”, lo cual significaría que quién rodó por la escalera no fue ningún San Juan sino el genial autor de las Epístolas. A este respecto refiere Tertuliano, en su “Apología contra los Gentiles”, que a poco de convertido San Pablo fue víctima del Demonio e incurrió de nuevo en sus abominables idolatrías. Súpolo José de Arimatea y narróle un sueño donde se le había parecido Javeh para decirle que Saulo de Tarso era un caso perdido. Según la trascripción de don Carlos del Pozo, sería a este sueño de José de Arimatea a lo que se refiere en su ingenuo lenguaje la musa popular.
A contrapelo hemos comprobado que en la zona de San Sebastián de los Reyes, región donde genuinamente se cantan Las Celestiales, no existen vestigios de la exégesis que atribuye a San Pablo el desbarrancamiento. Ningún trovador ni trovadora entona los versos sino de este modo: “Cuando San Juan se cayó, etc”. En consecuencia, hubimos de concretar nuestras pesquisas en torno a San Juan.
Nuestra primera dificultad fue dilucidar de cuál San Juan se trataba. Existen en el calendario cristiano la bicoca de 49 Santos Juanes distintos, sin contar los 79 Beatos Juanes, que están en aguardo de su canonización. Los Santos van desde San Juan de la Cruz, que era un excelso poeta, hasta San Juan el Enano, cuya fiesta se celebra humildemente el 17 de octubre. ¿A cuál de esos 128 Santos o Beatos Juanes se refería la cuarteta? Ahí estaba el busilis.
Tras largo quemarnos las pestañas escrutando infolios, actas y textos de hagiografía, llegamos a la conclusión de que el San Juan del patatús no había sido otro sino el más eminente de todos, aquel de quien dijo Jesús: “En verdad os digo, no entre los nacidos de mujer ninguno más grande que Juan el Bautista”.
Estaba San Juan sepultado en una cisterna de la fortaleza de Maqueronte, donde lo había metido Herodes, tetrarca de Galilea, en castigo por los sermones que el Profeta pronunciaba para denunciar los pecados de la carne que Herodías, mujer de Herodes, cometía con los capitanes de Asiria, los jóvenes egipcios y unos cuantos caballeros más. Herodes, que a pesor de todo le tenía cierta simpatía al prisionero, permitióle que subiera por la escalerilla hasta el borde de la cisterna y desde allí presenciara la danza que Salomé, hija de Herodías, iba a bailar en honor al Tratarca. Según la versión del escritor pagano Oscar Wilde (cuya lectura desaconsejamos a los menores de 20 años), Salomé, que había heredado los volcanes interiores de su madre, se enamoró de San Juan al no más verle los ojos y gritó desenfrenada: “¡Quiero besar la boca de Jokanahán!”. Empero, la historia auténtica cuenta que Salomé bailó la danza de los siete velos, quitándose velo por velo, hasta quedar como Herodías la echó al mundo. El pobre Bautista, agarrado a la barandilla de la cisterna, soportó los seis primeros velos sin parpadear. Pero cuando estalló debajo del séptimo aquella blancura de paloma y lirio, aquellas sonrosadas redondeces, aquel cuerpo de diosa que jamás la Divina Providencia ha vuelto a esculpir, el Santo soltó el pasamanos, rodó por la escalera que lo sostenía y su cuerpo retumbó en el fonde de la cisterna como un fardo de plomo. Dios, que está en todas partes, contempló la escena e hizo el comentario adecuado.

jueves, 30 de agosto de 2007

Presagio

domingo, 19 de agosto de 2007

Nuestras luchas con la hidra


He venido pensando mucho sobre el asunto de la identidad estos últimos días, un poco por trabajo, otro poco por psicólogo reincidente y otro poco por curiosidad. Y es que en este mundo fragmentado que vivimos, la identidad está pasando cada vez más a ser un tema central. Soy de los que piensa, no sé bien por qué, que la búsqueda incesante de una identidad coherente es lo que hace al mundo girar, haciendo que buena parte de nuestro comportamiento esté movido por esa necesidad. Ojo que hay una trampa en la palabra coherente, porque no quiere decir, a mi entender, una identidad única, sólida, con sentido. Es quizá una coherencia personal, muy postmoderna, que le de sentido a la vida que nos tocó en suerte en este maremoto informativo que es hoy el planeta tierra.

Es así que, a veces sin desearlo, me tropiezo una y otra vez con el fulano tema, y lo que me lleva a escribir estas líneas es el haberlo hallado en uno de mis constantes regresos a Julio Cortázar.

Uno de sus libros más lúdicos (si es que alguno no lo es), Un Tal Lucas, tiene como primera pieza “Lucas, sus luchas con la hidra” en el que se puede leer lo siguiente:

Ahora que se va poniendo viejo se da cuenta de que no es fácil matarla.
 Ser una hidra es fácil pero matarla no, porque si bien hay que matar a la hidra cortándole sus numerosas cabezas (de siete a nueve según los autores o bestiarios consultables), es preciso dejarle por lo menos una, puesto que la hidra es el mismo Lucas y lo que él quisiera es salir de la hidra pero quedarse en Lucas, pasar de lo poli a lo unicéfalo. Ahí te quiero ver, dice Lucas envidiándolo a Heracles que nunca tuvo tales problemas con la hidra y que después de entrarle a mandoble limpio la dejó como una vistosa fuente de la que brotaban siete o nueve juegos de sangre. Una cosa es matar a la hidra y otra ser esa hidra que alguna vez fue solamente Lucas y quisiera volver a serlo. Por ejemplo, le das un tajo en la cabeza que colecciona discos, y le das otro en la que invariablemente pone la pipa del lado izquierdo del escritorio y el vaso con los lápices de fieltro a la derecha y un poco atrás. Se trata ahora de apreciar los resultados.

Lucas, pobre, lucha igual que nosotros con esa hidra en la que nos vamos convirtiendo cada vez que se nos antoja algo nuevo, o nos hacemos fanáticos de algún producto (a mi me pasa con las Mac y su inmensa carga de identidad, que mi ingenuidad y resignación han decidido abrazar completamente), nos empatamos en la nueva “onda”, nos declaramos a favor de algo y en contra de su opuesto (a veces ni eso logramos y estamos a la vez a favor y en contra de lo mismo, habrase visto).

El truco, probablemente, es saber que está bien ser una hidra de siete o nueve cabezas y que es hasta divertido poder moverse del positivismo al arte pop, del barroco a spider – man, sin que se nos mueva un pelo.
Cerremos este post con algo más del enormísimo Cronopio.

En el espejo del baño Lucas ve la hidra completa con sus bocas de brillantes sonrisas, todos los dientes afuera. Siete cabezas, una por cada década; para peor, la sospecha de que todavía pueden crecerle dos para conformar a ciertas autoridades en materia hídrica, eso siempre que haya salud

viernes, 20 de julio de 2007

¡Que lo pario!


Regreso a mi blog con mala onda, pues justo hoy murió el Negro Fontanarrosa, genial caricaturista y humorista, que supo como pocos retratar con inteligencia la realidad de muchos Argentinos. Hincha a muerte del fútbol y de su equipo canalla, intelectual, gran conversador y gran ser humano. Toda una lástima que el mundo, poco a poco, se vaya quedando sin esas figuras. Nos dejó sus libros y sus personajes, a quienes regresaremos con frecuencia para celebrarlo a él.

domingo, 10 de junio de 2007

La Emboscada

Se han publicado diversos artículos de opinión acerca de lo acontecido en la AN durante el derecho de palabra de los estudiantes. Quise hacer algún comentario, pero me parece más sano reproducir las palabras de Tulio Hernández, las cuales suscribo a plenitud. Espero sea de su interés.

EL NACIONAL - Domingo 10 de Junio de 2007 Siete Días/21

Siete Días



TULIO HERNÁNDEZ
hernandezmontenegro@cantv.net

La semana que hoy concluye ha ratificado de manera absolutamente transparente la naturaleza del régimen cívico-militar que nos gobierna, las perversas concepciones que tienen sus dirigentes sobre la política y las instituciones democráticas, y, sobre todo, ha puesto en evidencia la pobreza intelectual, el dogmatismo y el simplismo moral sobre el que se ha venido edificando la llamada "revolución" bolivariana.

La gota que rebasó el vaso y ha acelerado la caída de los residuos de la máscara democrática del presidente Hugo Chávez y sus más inmediatos seguidores ha sido la persistencia de las protestas de calle generadas por los estudiantes universitarios en repudio al proceso de estatización del espectro televisivo y, de manera muy especial, la descomunal marcha de las universidades nacionales realizada el pasado miércoles 6 de junio, sin lugar a dudas, una de las más grandes movilizaciones de masas que se recuerde en la historia del movimiento estudiantil venezolano.

Demostrando de manera contundente la fuerza que tienen la protesta popular cuando se realiza de manera responsable y continuada, el novedoso movimiento estudiantil venezolano ha logrado dos cosas al mismo tiempo. Primero, sacar de sus casillas al Presidente de la República generándole uno de los más severos ataques del "priapismo comunicacional" –Pasquali dixit– que padece y obligándole a batir sus propios récords en lo que a obligar el país entero a escucharlo por la fuerza se refiere.

Y, en segundo lugar, le ha asestado severos golpes a la estrategia oficial de no reconocer la existencia del país que le adversa y no concederle el más mínimo espacio de respeto a ninguno de los sectores que expresan su oposición. El primer golpe fue el de, burlando el acordonamiento policial que les impedía el paso, lograr movilizarse hasta el Tribunal Supremo de Justicia y hacer que una comisión de estudiantes fuera escuchada por un grupo de magistrados de la más importante institución judicial del país. El segundo, con una multitud eufórica como respaldo en las calle vecinas, presentarse en la sede del Ministerio Público y hacer que el propio fiscal general de la Nación escuchara las denuncias y exigencia de los dirigentes estudiantiles junto a las autoridades del Universidad Central de Venezuela. Y, el tercero, hacer escuchar una voz disidente en uno de los espacios más sectarios de la institucionalidad pública venezolana, la Asamblea Nacional.

Y ha sido allí, en la Asamblea Nacional, y en la manera como la bancada oficialista –la única existente y dominante– intentó entrampar a los estudiantes que pelean en las calles contra la eliminación del pluralismo informativo, donde mejor se explica cómo entienden la política y cómo manejan las instituciones los ideólogos del proyecto bolivariano.

En lugar de permitirle a los estudiantes ejercer el derecho de palabra que legítimamente habían solicitado, los diputados oficialistas, en lo que suponían sería un ardid genial, intentaron montar una suerte de circo romano en lo que prometía ser la cayapa del siglo –barras rojas rojitas, intimidación policial, claques cuidadosamente preparadas, intervenciones posteriores de los diputados– y en el que se pondría en escena como bien vimos un estudiado ejercicio de descalificación moral –"niños bien", "lacayos del imperialismo", "traidores a la patria" – que es la táctica de debate por excelencia del sector oficial.

Pero no hubo espectáculo en la arena. Los diputados y su público se quedaron con las ganas de ver sangre porque los jóvenes estudiantes no gobierneros, en un arriesgado pero contundente giro de última hora, entendieron a plenitud la emboscada e hicieron presencia en la sala no para participar de la comedia sino para rechazarla recordando que su solicitud no había sido cumplida –habían solicitado un derecho de palabra y no un debate con el sector oficial– por lo que abandonaron la sala no sin antes leer el primer mensaje opositor que ha sido transmitido en cadena oficial.

Lo que vino después fue Goliat contra David. Un largo y deplorable monólogo. Una muestra de cinco jóvenes bolivarianos, especies de réplicas o clones juveniles de Hugo Chávez, hablando como adultos moralistas, fueron pasando uno a uno a exhibir una extensa saga de lugares comunes, seguramente memorizados en las páginas de Los conceptos elementales del materialismo histórico o cualquier otros texto de autoayuda marxista, para demostrar la supuesta ilegitimidad de la lucha de los estudiantes demócratas.

Quedó claro: que los diputados oficialistas no respetan al pueblo salvo cuando está a su favor; que se burlan de las instituciones democráticas y las manejan a su antojo; que usufructúan de manera ventajista y aplastante contra el adversario los recursos del Estado; y, que creen que los demás son pendejos.

viernes, 1 de junio de 2007

Lección

“Pero hay algo que debo decir a mi gente que aguarda en el cálido umbral que conduce al palacio de la justicia. Debemos evitar cometer actos injustos en el proceso de obtener el lugar que por derecho nos corresponde. No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio. Debemos conducir para siempre nuestra lucha por el camino elevado de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas donde se encuentre la fuerza física con la fuerza del alma“
“Tengo un sueño“ discurso pronunciado el 28 de Agosto de 1963 por Martin Luther King, Jr.

En estas últimas semanas había perdido la fe. Había llegado a la penosa conclusión de que no tenemos nada que hacer. Me encontré de repente en la más pura indefensión aprendida: concluí que nada de nuestras conductas controlaba lo que nos ocurre. Llegué incluso a mostrar la parálisis que los perros en los experimentos de Seligman evidenciaban cuando se los sometía a pequeñas descargas eléctricas de las que no podían escapar. Además de la parálisis, de la ausencia de respuesta, también empecé a ver cómo mis creencias se me desmoronaban como un castillo de naipes. Empecé a pensar que la salida “debía“ ser violenta, que tras los atropellos y la ya espantosamente evidente complacencia de todos los poderes del estado con y para el proyecto político del presidente Chávez no quedaba más que cerrar los ojos y rogarle a alguien que pusiera una bomba, que lanzara una piedra, alguien en definitiva que se rebelara a la fuerza y que impusiera su idea (y la mía) sobre la de ellos. Caí sin remedio en el pensamiento maniqueo que el gobierno nos ha querido imponer y pensé que ése era el juego que estaba planteado y que había que jugarlo. Pero súbitamente, casi como por sorpresa aparecieron ellos, con sus carnets electrónicos y sus mochilas, y me dieron una de las más sonoras cachetadas que he recibido en mi vida. De golpe y porrazo me regresaron mis creencias, aquellas que tanto defendí cuando como ellos, ocupando el cargo de representante estudiantil ante el consejo de escuela de la escuela de psicología, defendía la no violencia y el diálogo como las únicas salidas para el conflicto político producto del paro petrolero que ya empezaba a hacerse inmanejable. En aquel entonces tan reciente recibí varias veces el mote de chavista, por pedir una y otra vez que saliera de las universidades las respuestas que le corresponden: concertación, análisis, pensamiento, diálogo.

Yon, Stalin y los miles de muchachos que se han plegado bajo la consigna “no somos políticos, somos estudiantes“ nos han dado a todos una lección de altura y madurez que buena falta nos hacía. Nos enseñaron que se puede ser dignos y pacíficos sin que por ello se ceda un milímetro en la lucha por los derechos fundamentales que todos tenemos. Nos recordaron aquellas gestas heroicas del Dr King y su apoyo a la decisión de no usar el transporte público que discriminaba a los negros y de Ghandi protestando pacíficamente contra los atropellos británicos. Pero sobre todas las cosas, le enseñaron a un gobierno ciego y totalitario el inmensísimo poder que tiene la palabra. Ante la grosera e infantil descalificación de la que fueron objeto por parte de los obtusos y lamentables diputados que hoy manejan los piolines (los pocos que les quedan después de delegarlo todo al Sr. Presidente) del poder legislativo, se plantaron con hidalguía e independencia a pedir una simple pero muy poderosa rectificación. La manera como se expresaron, la contundencia con la que respondieron a todas las inquietudes de los periodistas (sobretodo cuando aclararon que no quieren tumbar gobiernos ni convocar paros) y la altura de sus peticiones fue demasiado para este gobierno que sólo sabe moverse en el conflicto, con la amenaza como herramienta fundamental. Tan poderosa fue su manifestación de humanidad y civismo, que el gobierno sólo pudo esgrimir como respuesta a sus peticiones una serie de cobardes negaciones escudadas bajo centenares de policías y militares. ¿Quién necesita cuadrillas de policías antimotines para recibir a un grupo de estudiantes cuya única petición es no ser menospreciados ni discriminados en su derecho a protestar?

Es claro: este gobierno busca reducir todo al conflicto, a la guerra ficticia entre pobres y ricos. Si se los saca de ese terreno y se los coloca en el terreno de la inteligencia y la dignidad, quedan mudos, desarmados y atemorizados.

lunes, 28 de mayo de 2007

Sin desperdicio


Sé que estoy reiterativo. Sé que me repito una y otra vez. Pero en días tan nefastos como los que estamos viviendo, no podemos dejar de decir lo que sentimos. Comparte con quienes quieran asomarse a esta página una entrevista al Dr. Pascualli que refleja perfectamente la idea de libertad que defiendo y que creo ha sido mutilada con la arbitraria decisión ejecutada por chávez y sus funcionarios. Léanla, no hacen falta palabras para explicarla. Las negritas son mías.
Saludos.
Cronopio

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Entrevista Antonio Pasquali, investigador de la comunicación
"Si antes hubo una TV comercial ahora tenemos una ideológica"

El catedrático pasa revista a los aportes de RCTV y mira hacia el futuro (Gil Montaño)

"El régimen está intentando saturar el entorno mediático, ya controla diez de las doce emisoras TV/VHF"

JOSÉ ANTONIO AZOPARDO

EL UNIVERSAL - 28/05/07

Para el doctor en Filosofía Antonio Pasquali, el fin de las transmisiones de RCTV va más allá de lo coyuntural. El experto, que ha sido constante estudioso y riguroso crítico del desempeño de la televisión privada en Venezuela, subraya las consecuencias de la medida gubernamental.

"El cierre de esa planta, querido por el autócrata para quitarse de encima una estorbosa y eficaz competencia, le produce al país un inmenso daño democrático por grave y compulsiva reducción de su capacidad de disentir, mientras le asegura otra gran cámara de resonancia a la voz del amo", afirma Pasquali.

-¿Cuál es el aporte de RCTV?

-Es sumamente difícil de cuantificar o calificar. El canal 2 irrumpió con fuerza comercial inmediatamente después de que Pérez Jiménez inaugurara el canal 5 en noviembre de 1952, y a él debemos una parte sustantiva de todo lo bueno y lo malo que trajo la televisión al país. Personalmente, sigo creyendo que lo negativo priva sobre lo positivo y que la predominante televisión comercial no estuvo a la altura del tremendo y exitoso esfuerzo democrático, educativo y cultural del país entre 1958 y 1998. Llegaron a difundir hasta once mil horas anuales de telefilmes norteamericanos, desfiguraron el mercado publicitario nacional acaparándolo hasta en 85% e impidieron que un servicio radiotelevisivo público mejorado los obligase a mejorar a la vez su programación. Pero dentro de sus límites crearon una tradición, un mercado e indudablemente un know-how.

-Ud. ha criticado muchas veces el desempeño de RCTV y de la televisión en Venezuela. ¿Las faltas de las televisoras justifican la decisión de no permitir que operen?

-Con los principios no se bromea. Recordemos siempre aquella frase atribuida a Voltaire o a Lincoln: "No estoy de acuerdo con lo que dices, pero daría mi vida para que lo puedas seguir diciendo". Hay que defender la libertad incluso de aquellos que estarían menos dispuestos a defender la tuya. No retiro ninguna de las críticas dirigidas a la radiotelevisión comercial del país, pero debo reconocer con lucidez que ese problema ha adquirido con el régimen chavista una dimensión estrictamente política, y que en nombre de algún falso moralismo deberíamos expresar contento por esa suerte de vendetta siciliana que es el cierre de RCTV. No, el chavismo no está rescatando nada y lo está empeorando todo¿ El daño cultural que produjo al país medio siglo de martilleo de las cuñas comerciales es pecatta minutta comparado con el incesante adoctrinamiento ideológico, el odio de clase y la demonización de la oposición que lleva adelante el régimen. Uno se pregunta a veces si el "odio entre sus habitantes", la divulgación de "informaciones falsas" o el "exponer al desprecio u odio público" que los artículos 286, 297-A y 444 del Código Penal -reformado en octubre de 2004 por Carreño, Flores, Maduro, Tascón y Varela condenan con 1 a 6 años de prisión- no debería aplicarse en primerísimo término a sus propios autores, incluso al ciudadano presidente de la República.

-¿A dónde se dirige la estrategia comunicacional del Ejecutivo?

-Es una estrategia puesta negro sobre blanco por los Izarra padre e hijo, y ratificada por los hechos: asegurar al régimen una hegemonía comunicacional. Si antes hubo una de sello comercial, ahora tenemos otra y más pesada de corte ideológico. Esta estrategia comprende, por un lado, una minimización de las voces opositoras, y por el otro una maximización de la voz del amo. El cierre de RCTV coincide con la decisión presidencial de convertir Aló Presidente en programa de hora y media diaria y de incrementar el número, frecuencia y duración de las cadenas, que ya promedian unas 200 al año. Insisto en la coherencia y complementariedad de estas dos caras de una misma moneda.

-¿Por qué?

-El régimen está intentando saturar el entorno mediático, ya controla 10 de las 12 emisoras TV/VHF y avanza con estrategias diferenciadas (bozales publicitarios, multas, amenazas y cierres) hacia un control de contenidos de la gran mayoría de los medios de comunicación del país, dando así cumplimiento al totalitario Art. 208 de la Ley de Telecomunicaciones de 2000.

-¿Quién debe vigilar a los medios? ¿El Estado o la sociedad?

-Según las doctrinas clásicas, de Adam Smith a Horkheimer, hay democracia donde los medios en manos privadas aseguran una honesta pero severa acción de watch dog o perros guardianes de la acción del Estado. Pero esos medios, a su vez, deben estar sometidos al escrutinio permanente de los ciudadanos, pues su rol esencial es un rol vicarial, de portavoces de la colectividad en la cual actúan. Lo que debe quedar claro: allí donde el Estado logra controlar los medios ya no hay democracia.

-¿Qué recuerdos personales guarda de RCTV?

-Variados y contradictorios como en muchos, supongo. Recuerdo con gran nostalgia la poética figura de Amador Bendayán, del que siempre pensé que en otro contexto hubiese llegado a ser un grandísimo actor de estatura internacional. Pero también guardo en memoria aquel crimen de lesa cultura que consistió en retransmitir la pisada de Neil Armstrong sobre la Luna, el 20 de julio de 1969, con una propaganda de Viceroy en la esquina superior izquierda de la pantalla.

-Según Gaceta Oficial, TVes está adscrito al Estado. Depende económicamente del Poder Ejecutivo y el Presidente controla su destino. ¿Puede así cumplir su pretensión de ser una televisora de servicio público?

-No puede, lo de "servicio público" es una farsa más de las tantas del régimen. TVes ha sido diseñada en Miraflores, tiene un consejo directivo de cinco funcionarios de gobierno y dos amigos de la causa, el Presidente puede matarla de un simple pollice verso como los emperadores romanos en el foro, y su dirección ha sido confiada a un ex funcionario de Radio La Habana Cuba. Una televisora de servicio público es una emisora independiente de todos los poderes, que no recibe órdenes de palacio. Debe asegurar el mismo servicio a todos los habitantes de un país (universalidad), ininterrumpido (continuidad), diferenciado por necesidad socio-cultural de la población (versatilidad) y actualizado tecnológicamente (adecuación)... Algo pues imposible de obtener mientras el Presidente sea jefe de facción y rehúse ser Presidente de todos, democrático en una palabra.

Canción de Alicia en el País

Quién sabe Alicia, este país
no estuvo hecho porque sí.
Te vas a ir, vas a salir
pero te quedas,
¿dónde más vas a ir?
Y es que aquí, sabés,
el trabalenguas trabalenguas,
el asesino te asesina
y es mucho para ti.
Se acabó ese juego que te hacía feliz.

No cuentes lo que viste en los jardines, el sueño acabó.
Ya no hay morsas ni tortugas.
Un río de cabezas aplastadas por el mismo pie
juegan cricket bajo la luna.
Estamos en la tierra de nadie, pero es mía.
Los inocentes son los culpables, dice su señoría,
el rey de espadas.

No cuentes lo que hay detrás de aquel espejo,
no tendrás poder
ni abogados, ni testigos.
Enciende los candiles que los brujos
piensan en volver
a nublarnos el camino.
Estamos en la tierra de todos, en la mía.
Sobre el pasado y sobre el futuro,
ruinas sobre ruinas,
querida Alicia.

Quién sabe Alicia, este país
no estuvo hecho porque sí.
Te vas a ir, vas a salir
pero te quedas,
¿dónde más vas a ir?
Y es que aquí, sabés,
el trabalenguas trabalenguas,
el asesino te asesina
y es mucho para ti.
Se acabó ese juego que te hacía feliz.
Se acabó.
Se acabó.
Se acabó ese juego que te hacía feliz...

Serú Girán

domingo, 27 de mayo de 2007

Click


Puedes decidir qué quieres que yo vea o no vea, pero no me puedes obligar a mirarte. Cuidado. Hago click. Te apago. Alberto Barrera Tyzska

Debo empezar estas líneas diciendo que no me gusta la programación de RCTV. Siempre me quejé del programa del Sr. Miguel Angel Rodríguez y su manera de llevarlo, de un tiempo a esta parte dejó de gustarme el humor de la Rochela y la única telenovela que vi por ese canal fue Por Estas Calles. Tampoco me gustó Aprieta y Gana, Quien Quiere Ser Millonario terminó por aburrirme, no veía nunca El Observador y Loco Video Loco se me fue haciendo vulgar y poco cómico. En realidad – justo es decirlo – la televisión abierta venezolana me parece toda pésima, de mal gusto y aburrida. Pero ese soy yo. A mi, con hacer clic en el control remoto me basta para no ver aquello y escudarme en alguno que otro canal de cable o en la seguridad de una película alquilada. Lo que importa de todo esto está justamente en ese clic, en el acto voluntario y consciente de hacer el zapping como a uno mejor le parezca. En la potestad de decidir si lo veo o no. Incluso en la potestad de quejarme abiertamente de la programación del canal como dije que lo hacía. Tampoco veo el canal 8. El Sr. Mario Silva me causa el mismo rechazo que el Sr. Rodríguez. A ambos los encuentro soeces, cursis y exagerados. Por eso decidí no verlo ni a uno ni al otro.
A mi me gusta decidir qué hacer con mi vida, en todos los aspectos que ella abarca. Desde el chocolate que me como hasta la profesión que ejerzo. Detesto y desconfío de aquellos que vienen a indicarme el “buen camino“, a enseñarme cómo distinguir lo bueno de lo malo. No creo en los moralismos impuestos, ni en los cánones de ningún tipo. Prefiero equivocarme luego de hacer un análisis propio, que creerme en lo cierto tan sólo por seguir de manera ciega los dictámenes de un tercero. Disfruto cuando tengo la posibilidad de disentir en cualquier materia, siempre reconociendo mis limitaciones. Esa es para mi la esencia detrás del concepto de libertad: poder elegir. El cierre de RCTV y la próxima inauguración de TVES, el cual se pronostica como uno más de los brazos comunicacionales de la revolución bolivariana cuyo objetivo será siempre la ideologización, la homogenización del pensamiento, constituye para mi un atropello sin precedentes en la historia del país, y aún con todos los defectos que el canal de Quinta Crespo tiene para mi, siempre es preferible poder decidir no verlo, que ni siquiera tener esa opción. Lo mismo pienso para el canal del estado, VTV, el cual no veo ni por equivocación. Tan grotesco sería el cierre de la planta del estado como lo es el cierre del canal 2. Estamos caminando firmemente al oscurantismo bolivariano. Estamos dejando en manos de un grupete de personajes fanáticos nuestro albedrío, dando pie de esa manera a la instauración progresiva de un nuevo tipo de fundamentalismo. Pronto en Venezuela las cosas, los hechos, las personas, serán evaluadas bajo la dicotomía revolucionario – contra revolucionario, pudiéndose eliminar todo aquello que no cumpla con la moral que ellos proponen. Cada vez más nos iremos asfixiando bajo el corset del pensamiento único del Tte Cnel Chávez, que se afribuye ahora la posibilidad de dictaminar qué cosas están bien y cuales están mal. Lo peor es que cuando nos demos cuenta, posiblemente no tendremos manera de decirlo ni de actuar para remediarlo.

viernes, 25 de mayo de 2007

Escape


Me quiero ir. Ya es definitivo. He luchado contra todo tipo de ideas y señales que me hacían pensar que irme era lo mejor, pero fracasé. No puedo pensar más que en una cosa, quizá la más importante, para quedarme: mi gente. Mi gente en todo el sentido que el término permite. Mis amigos, mi familia (la que por nacimiento me tocó y la otra, la que adopté y me adoptó), mis colegas, mis compañeros de trabajo, mis profesores.
El resto, todo lo demás, es prescindible en este país. Porque tristemente se ponen en la balanza todas esas cosas y siempre termina pesando más la delincuencia, el atropello, la política deleznable del neo – caudillismo bolivariano, tan repleto de odio, de clichés y de sin sentidos. No hay manera de resolver el dilema que supone decidir entre vivir cerca de los que uno quiere, pero sumergido en el temor, el odio y la incertidumbre o vivir lejos pero en una sociedad con todas sus letras. No se puede. Es uno más de esos malditos dilemas en los que no se puede aplicar lo que los gurús de las estrategias (con sus frases característicamente cursis) llaman ganar – ganar. El emigra siempre pierde. Irse siempre es malo. Lo que ocurre es que a veces es menos malo que quedarse. Lo que transforma todo el asunto en lo contrario, es decir, es el perder – perder.
Yo soy hijo de inmigrantes. Hace 32 años aproximadamente mis padres, viviendo bajo el régimen nefasto de Isabel Perón y su Rasputín argentino, José López Rega, tomaron la decisión de irse del país, atraídos por la bonanza petrolera que en aquel entonces se vivía en Venezuela. Atrás dejaron a su familia y sus costumbres, pero también dejaron temores, incertidumbre y conflictos que pronto cambiaron por una mejor calidad de vida. Hoy es difícil evaluar si su decisión fue correcta. De haberse quedado, hubiesen vivido la sangrienta dictadura militar de Jorge Videla, la guerra de las Malvinas, las fuertes recesiones económicas y la debacle financiera consecuencia de las estrategias menemistas. Nunca pensé que yo también debería evaluar la posibilidad de levar anclas. Sé muy bien lo que significa vivir lejos. Aprendí a querer a gente con la que nunca viví. Aprendí a vivir con la idea de que los abuelos y los primos estaban siempre lejos. Aprendí a compartir culturas, a no ser nunca enteramente venezolano ni completamente argentino. Viví en la mitad y hoy, posiblemente, deba partir una de esas mitades en dos.
Debo irme y entender que quizá lo mejor es no ser nunca de ningún sitio. Intentar anestesiar la memoria, domar la nostalgia que se empieza a sentir apenas se comprende que la huída es posiblemente el menor de los males. Entender que quizá sea éste un sacrificio que se hace en nombre de los que todavía no llegan.

lunes, 7 de mayo de 2007

sábado, 21 de abril de 2007

Puerta

Acostada pero sin dormir, Inés repasaba los sucesos del día apretando con fuerza la almohada entre sus dedos, hundiendo a medias su rostro contra ésta y con el cuerpo inclinado a su derecha. Su mirada de ojos abiertos y vigilantes no abandonaba la puerta, enfocando de reojo el oscuro umbral de la habitación. Anhelaba el sueño con desesperación, acumulando frustración con cada minuto más que se sumaba al largo e inminente insomnio. Su mente trabajaba con velocidad, repitiendo desordenadamente las imágenes del día, estrellándolas contra el fondo de sus retinas que seguían enfocadas sobre el viejo dintel de madera. La cara de Jorge, la mala película interrumpida por susurros, los reclamos de la gente, la salida accidentada del centro comercial, sus manos en sus piernas. Todo era un remolino, una mezcla caótica de imágenes que la perseguían sin descanso y ella, apretando la almohada como si con ello lograra aferrarse a algo, buscaba el sueño como quien busca la muerte.

Ya al salir de la casa sabía cuál sería su destino y empezaba a pensar que mejor hubiese sido quedarse tranquila, refugiada en algún libro o en uno de esos programas de concursos tan de moda en la televisión. Como una premonición de la típica sensación que nos embarga al final de un día funesto cuando pensamos que mejor hubiese sido llamar a la oficina y decir que una diarrea nos había desfigurado la noche y que no podríamos ir a trabajar; con esa sensación atragantada caminó rumbo al centro comercial. Tenía la mirada perdida entre la multitud de rostros que sin importar las horas inundan la calle que conecta el subterráneo con la puerta del inmenso complejo, buscando deshacerse del temor - infundado todavía - que le producía aquel encuentro. Pensaba que lo mismo han hecho otras personas, que ir a estos encuentros es algo que tarde o temprano le toca a todo el mundo y que a veces sucede bien y otras no tanto. Pero a ella le gustaba Jorge. Habían intercambiado números en una fiesta un par de semanas atrás. Lo había visto por primera vez en la universidad, pavoneándose entre sus compañeras, algunas de las cuales lo veneraban como hombre y lo tenían entre las piezas de mayor valor en la escuela de ciencias sociales. Ella sabía que, en el fondo, era afortunada de tener la oportunidad de salir con él y que sería una estúpida si le hacía caso a esa sensación y abortaba la salida a tiempo excusándose bajo un falso dolor de vientre o algún trabajo olvidado que debía entregar el lunes siguiente.

Habían transcurrido al menos 3 horas desde que se acostó. No había cenado y se negó a dar explicación a sus padres. Arropada a pesar del calor, seguía boca abajo, con la cara media hundida en la almohada a la que seguía aferrada y el ojo izquierdo abierto casi sin pestañear enfocado sin descanso sobre el umbral de la puerta. En cualquier momento entraría a hacerle preguntas y ella no sabría qué responder. Esas preguntas no suelen tener respuesta. Son seguidas con frecuencia por un largo silencio que en sí mismo constituye la respuesta más precisa. Quería llorar, pero no podía. Y eso que Jorge parecía tan buen tipo, tan simpático.

El centro comercial lucía como cualquier día de semana, de clase, de ocupaciones distintas al cine de las siete de la noche. Había chicas como ella - pensaba mientras hacía las colas de las cotufas - muchachas con caras de ansiedad, otras con caras de fastidio. Casi todas eran parejas o parejitas, como solía llamarlas él. Sabía que la palabra tenía un dejo de desprecio, una advertencia. Ella igual había decidido seguir cuando caminando hacia el metro la idea de inventar el dolor de vientre la asaltó y pensó que podía, todavía podía, salir tranquila de la situación. Pero ya era tarde, ya todo había pasado y ahí estaba ella, tirada boca abajo de cara a medio hundir en la almohada de todas las noches y la puerta ahí, amenazándola con su dintel sin luz.
Con el pasar de los minutos el sonido de los cubiertos cesó y con este la tibia e insípida conversación de todas las noches. Le seguirían el sonido del lavaplatos y la loza lavándose, el charrasqueo de su encendedor y la lenta exhalación de humo. Sus ojos seguían vigilando el umbral, sus brazos apretando la almohada, mientras rogaba que aquel cigarrillo que lo mantenía lejos de su puerta no se apagara nunca.