lunes, 25 de febrero de 2008
miércoles, 20 de febrero de 2008
Renuncia
Reflexionando en una cola pensé que el signo dominante de la vida del caraqueño, el leitmotiv de todos nosotros, es la renuncia.
Así como suena y se lee, con esa contundencia horrible escondida detrás de sus símbolos, con ese terrible tufo a resignación y a “indefensión aprendida” que tanto nos obstinamos en negar. Así y todo, el signo dominante, el verbo que mejor nos describe, es renuncia. El DRAE la define así:
f. Dimisión o dejación voluntaria de algo que se posee, o del derecho a ello.
Pues ateniéndonos a la Real Academia, hemos ido, poco a poco, dimitiendo de las cosas que poseíamos.
Por ejemplo:
Hemos renunciado al sosiego y la paz en casi todas sus expresiones. El que lo dude, sólo debe recuperar de la memoria (y quizá del estómago) la sensación de frío y temor que se siente cuando se para una moto con dos ocupantes justo al lado de nuestro carro en alguna de las múltiples e infinitas colas de Caracas.
Hemos renunciado al hogar, es decir, al disfrute de la casa. Salimos a horas de peón de ordeño y llegamos siempre tarde, agotados, sólo pensando en comer y dormir.
Hemos cedido minúsculas pero preciosas libertades, como la de poder comprar la marca y el tipo de leche que más nos provoque.
Hemos asumido una prohibición de salida del país, velada y aparentemente tenue por ahora, pues hemos resignado el derecho a acceder al tipo de moneda que queramos (sin contar la práctica abolición del comercio en internet).
Hemos renunciado al buen trato, dejando que se nos veje en cualquier establecimiento comercial o de servicio público. A propósito de esto, hemos renunciado casi totalmente al “buenos días / tardes / noches”.
De todas las anteriores y muchas más que no menciono, se pueden desprender o desglosar numerosas formas o expresiones adicionales de la renuncia. Es por eso que cuando se analizan las aspiraciones de los Venezolanos se nota que las mismas son increíblemente humildes. En mi caso particular, mis aspiraciones se concentrar en poder salir de mi casa bastante después del amanecer, bien desayunado (es decir, en calma y comiendo lo que quiera en mi casa) y llegar en lo posible antes del anochecer; no pasar las casi 4 horas que paso en las colas; no sentir miedo a que algo me pase a mi o a los míos que raya ya en la paranoia pura y simple; poder tener agua las 24 horas del día, los 7 días de la semana y los 365 días del año; no tener que sentirme como frente a un hallazgo prehistórico cada vez que veo un litro de leche “Mi Vaca” en un anaquel o una despensa; poder pensar sin demasiado esfuerzo e intelectualización que en Venezuela mi hijo podrá tener algo relativamente cercano a lo que muchos entendemos por la palabra futuro. Son, como se ven, todas aspiraciones humildes.
Me pregunto entonces: ¿Es posible iniciar un movimiento de renuncia a la renuncia?
Publicado por
Cronopio
a las
8:11 a. m.
4
comentarios
Etiquetas: Renuncia a la renuncia
jueves, 14 de febrero de 2008
Instrucciones para leer en la cola
Se empieza por escoger bien la arteria vial por la que se transitará. Para ello es menester tener en cuenta las dimensiones de la vía, así como el número de obstáculos que hay en ella. Estando en Caracas, las recomendables son la Avenida Boyacá y la Avenida Francisco Fajardo. Ambas se encuentran congestionabas prácticamente a cualquier hora, por lo que constituyen vías mas bien cómodas para una lectura larga y sostenida. Además, al presentar pocos obstáculos (los semáforos son molestos, sobretodo porque tienen la horrible característica de incitar al corneteo, lo que sin duda distrae de la lectura) se pueden pasar largos períodos de tiempo sin sacar la mirada de la obra elegida.
Se sigue con la elección de la hora de salida. Es éste un elemento importante a considerar, pues se debe procurar la hora pico. Los afortunados habitantes de Caracas harán bien en obviar este punto en razón de lo comentado en el párrafo anterior.
El tercer punto es el crucial: la elección de la obra. En función de las dos variables anteriores se debe escoger una obra adaptada a las realidades del viaje. Por ejemplo, para colas breves, lo preferible es un buen tomo de cuentos (Cortázar, Borges, Carver, Poe, Marcano, por mencionar sólo unos pocos). Si, por el contrario, se prevé un cola larga y sostenida (de esas que empiezan en San Bernardino y terminan en la principal de Guarenas, o de las que empiezan en la salida de la UCAB y terminan en la entrada a la UNIMET) se puede optar por una buena novela. Evítese, eso sí, las novelas complicadas, esas que Lezama Lima conseguía estimulante, como su propia Paradiso o el Ulises. Si se nos permite el comentario, esas son obras que merecen un buen sofá, una lámpara de pie y buen tabaco.
Lo siguiente es la elección de la edición, ligado evidentemente con el punto anterior. Al respecto, son preferibles las ediciones en tapa dura, sobretodo si se manejan carros sincrónicos. Así mismo, es preciso conseguir el equilibrio perfecto entre el tamaño de la fuente y el número de páginas. Ediciones de bolsillo, si bien brindan la comodidad de tomos de menor tamaño, suponen fuentes más pequeñas y menos espaciadas, lo que complicaría un tanto la lectura, sobretodo cuando la cola es de esas que “avanzan lento, pero avanzan”. Evítese, desde luego, ediciones tipo “obras completas”.
Elegidas la vía, la hora, la obra y la edición se puede proceder sin problemas a la lectura. Apoye el libro en el volante, sosténgalo firmemente y mantenga siempre el pie derecho en el freno. Si tiene suerte, conseguirá leer dos párrafos antes de tener que avanzar un poco. De noche utilice la pequeña luz usualmente colocada sobre el espejo retrovisor (en caso de no funcionar, venden unas pequeñas lamparitas que se cuelgan como brazos diminutos de la tapa del libro. Otra ventaja, por cierto, de las ediciones de tapa dura). Procure manejar por el canal izquierdo, para evitar la desconcentración que producen las salidas, así como también la molestia de los carros recalentados y detenidos en el hombrillo. Al terminar (la cola o la obra, cualquiera que llegue primero a su fin) coloque el libro en su guantera, apague el carro y entre a su casa.
Publicado por
Cronopio
a las
1:46 p. m.
8
comentarios
lunes, 4 de febrero de 2008
Propaganda
Había prometido hablar poco y nada de política. Pero la realidad venezolana a veces me obliga, al menos, a hacer un breve comentario. Será sólo eso, lo prometo.
Hoy, como todos sabemos, se cumplen 16 años del golpe de estado perpetrado por el héroe del museo militar, como acertadamente lo llama Manuel Caballero al Tte Cnel Chávez. No pienso abordar el significado de la fecha ni comentar lo que ha ocurrido desde entonces en el país. De eso se ocuparán, estoy seguro, plumas bastante calificadas como la de Pino Iturrieta, Caballero, Tulio Hernández, Petkoff y posiblemente otros más. Lo que pretendo hacer, siempre desde la ingeniudad de un simple ciudadano de a pie, es comentar brevemente la terrible propaganda publicada hoy en la prensa por la Alcaldía Mayor y su tristemente célebre gordo Barreto.
Lo publicado fue, concretamente, esto:
Gracias a la existencia de esa herramienta democratizadora de la información como lo es internet, y gracias también a la curiosidad que uno siente por entender este triste fenómeno de adulación, se puede uno conseguir con cosas como esta:
¡Larga vida a Alemania!
fuente: wikipedia
O esta:
Designer unknown, 1968
(Offset, 77x106 cm., inv.nr. BG E3/705)
With regard to the great teacher Chairman Mao, cherish the word 'Loyalty'. With regard to the great Mao Zedong Thought, vigorously stress the word 'Usefullness'.
Fuente: International Institute of Social History
O esta otra:
(Lithography, 89x60 cm., inv.nr. BG E11/935)
A giant Stalin amid Azerbaijani peoples celebrating the anniversary of the introduction of the new constitution of the Soviet Union.
Fuente: International Institute of Social History
Tropezarse con imágenes como esta lo hace a uno pensar, no sólo en la estética de los bolivarianos, sino también y sobretodo, en lo que hay detrás de este tipo de maquinarias propagandistas. Evidentemente, un análisis detallado de este fenómeno me supera y supera también las intensiones de este blog. Sirva de abreboca, al menos, este pequeño extracto de Fernando Mires sobre el populismo
“¿Cuándo es el populismo fascita? La mayoría de los científicos sociales están de acuerdo en afirmar que el populismo fascista se da sobre la base de una combinación de 5 elementos, a saber: el personalismo, el movimientismo, el nacionalismo extremo, el mesianismo revolucionario y el militarismo” (p, 80)
“pero la lógica del populismo no es unívoca. La lógica populista obedece a las más diversas articulaciones que es dable imaginar en las relaciones que se dan los representados respecto a sus formas de representación. La representación populista, como bien han destacado autores como E. Laclau, se da en un plano simbólico, y por lo mismo, se expresa antropomorficamente en la persona del caudillo populista que es, a la vez, la persona hecha símbolo” (p.200)
(Fernando Mires, Al borde del abismo, editorial Debate, 2007)
Como dicen por ahí: 2 más 2...
Publicado por
Cronopio
a las
11:06 a. m.
5
comentarios