Lectores olvidados
Como ya deben saber, se está celebrando en Caracas el I salón de libro, evento que en mi opinión viene a resarcir de algún modo la triste experiencia que significó la feria del libro organizada por el estado. La iniciativa es maravillosa y la verdad el evento está quedando bastante bien. Lo nutren, sobretodo, eventos como charlas, bautizos de obras y presentaciones de nuevas ediciones, con lo cual los lectores podemos darnos el gusto de conocer y escuchar a muchos de las plumas noveles de nuestro país.
El objetivo de esta nota es comentar acerca de una preocupación que me surgió luego de asistir a la charla “el peligro de la escritura” que ofrecieron Alberto Barrera Tyszka, Vicente Lecuna y Héctor Bujanda. En la charla, como se puede prever por el título, había una intención no del todo declarada de llevar la discusión a un terreno político, lo que no deja de ser interesante pensando en todo lo que estamos viviendo como país – piénsese por ejemplo en el caso de Laureano Márquez y el vespertino TalCual – en el que la censura ideológica puede estar a la vuelta de la esquina. No obstante, los ponentes mantuvieron la discusión en un alto nivel, al menos hasta que la audiencia se lo permitió. Vicente habló de 4 desafíos del escritor, de la necesidad de atreverse siempre a buscar algo más, de escapar de los convencionalismos. Héctor se remitió a todo tipo de escritura, no sólo la utilizada en literatura, como peligrosa para la sociedad pues lleva en muchos casos cuestionamientos importantes sobre lo establecido (la moral, las buenas costumbres, los acuerdos políticos, etc.). Barrera, suscribió mucho de lo dicho por los dos autores anteriores e introdujo sutilmente el tema del autoritarismo y los peligros a los que pudiese llevar. Más allá de todo lo anterior, que como pueden observar no recuerdo a cabalidad, lo que me llamó la atención de la charla es que nadie habló del lector. Nadie se refirió a la importancia que el lector tiene en todo proceso de creación literaria. Tanto me llamó la atención que fui el primero en intervenir, preguntando sobre el problema de la desaparición de la lectura como un hábito, como un ejercicio placentero. Para mi sorpresa, a ninguno de los 3 ponentes, incluso al organizador de la charla cuyo nombre no recuerdo, el tema les mereció mayor importancia. De hecho, aún cuando reconocen que existen problemas en el consumo de literatura, no les parece que se esté leyendo menos. Uno llegó incluso a citar como ejemplo lo mucho que se chatea, haciendo con ello evidente que el que mucho chatea, necesariamente mucho lee. Borges, entre sus muchas citas célebres, tiene una de particular importancia en la que se refiere al acto de leer. Dice el maestro: “que otros se jacten de los libros que les fue dado escribir, yo me jacto de aquellos que me fue dado leer”. También, en el prólogo de “Historia universal de la infamia” afirma Borges que “A veces creo que los buenos lectores son cisnes aun más tenebrosos y singulares que los buenos autores. (...) Leer por lo pronto es una actividad posterior a la de escribir: más resignada, más civil, más intelectual".
Pregunto entonces: ¿Está bien pensar que el escritor puede prescindir del lector? ¿Está bien pensar que el que se lea menos literatura es un problema que no le compete al escritor? No soy de los que aboga por la lectura como un medio de superación. Coincido con la opinión de aquellos – como Harold Bloom – que creen que la lectura no hace mejor ni peor a nadie, que es sencillamente una actividad individual cuyo objetivo debe ser el goce estético, el placer del arte. Justamente por eso considero que aquellos que escriben, que quieren comunicar algo, deben procurar que haya gente dispuesta a leerlos. Siento que es una mirada narcisista y reducida la del escritor que escribe sin pensar en sus lectores. Novelas como Rayuela existen justamente pensadas en darle al lector un rol más activo en el proceso de creación literaria, es una suerte de concesión que Cortázar hizo, como diciéndonos a los lectores que escribiéramos el libro con él, a cuatro manos. Esto no quiere decir, obviamente, que se deba dejar de lado la preocupación por la buena literatura, que será siempre exclusiva. No estoy abogando por la existencia de nuevos Coelhos, estoy abogando por la existencia de un mayor número de lectores de Vargas Llosa, García Márquez, Shakespeare, y cualquier escritor cuya pretensión sea hacer literatura. ¿Qué sería de Barrera sin sus lectores?
Por todo lo anterior celebro iniciativas como las que se llevan a cabo en lugares en los que la lectura no es una práctica común. Ayudar a alguien a descubrir el placer en una novela, un cuento, un poema, un ensayo, es una manera de hacerle un favor, de regalarle una herramienta de goce maravillosa. Celebro a los insistentes que entienden que el escritor no existe sin un lector comprometido con el hábito de sumergirse de vez en cuando en el maravilloso mundo de la literatura.
El objetivo de esta nota es comentar acerca de una preocupación que me surgió luego de asistir a la charla “el peligro de la escritura” que ofrecieron Alberto Barrera Tyszka, Vicente Lecuna y Héctor Bujanda. En la charla, como se puede prever por el título, había una intención no del todo declarada de llevar la discusión a un terreno político, lo que no deja de ser interesante pensando en todo lo que estamos viviendo como país – piénsese por ejemplo en el caso de Laureano Márquez y el vespertino TalCual – en el que la censura ideológica puede estar a la vuelta de la esquina. No obstante, los ponentes mantuvieron la discusión en un alto nivel, al menos hasta que la audiencia se lo permitió. Vicente habló de 4 desafíos del escritor, de la necesidad de atreverse siempre a buscar algo más, de escapar de los convencionalismos. Héctor se remitió a todo tipo de escritura, no sólo la utilizada en literatura, como peligrosa para la sociedad pues lleva en muchos casos cuestionamientos importantes sobre lo establecido (la moral, las buenas costumbres, los acuerdos políticos, etc.). Barrera, suscribió mucho de lo dicho por los dos autores anteriores e introdujo sutilmente el tema del autoritarismo y los peligros a los que pudiese llevar. Más allá de todo lo anterior, que como pueden observar no recuerdo a cabalidad, lo que me llamó la atención de la charla es que nadie habló del lector. Nadie se refirió a la importancia que el lector tiene en todo proceso de creación literaria. Tanto me llamó la atención que fui el primero en intervenir, preguntando sobre el problema de la desaparición de la lectura como un hábito, como un ejercicio placentero. Para mi sorpresa, a ninguno de los 3 ponentes, incluso al organizador de la charla cuyo nombre no recuerdo, el tema les mereció mayor importancia. De hecho, aún cuando reconocen que existen problemas en el consumo de literatura, no les parece que se esté leyendo menos. Uno llegó incluso a citar como ejemplo lo mucho que se chatea, haciendo con ello evidente que el que mucho chatea, necesariamente mucho lee. Borges, entre sus muchas citas célebres, tiene una de particular importancia en la que se refiere al acto de leer. Dice el maestro: “que otros se jacten de los libros que les fue dado escribir, yo me jacto de aquellos que me fue dado leer”. También, en el prólogo de “Historia universal de la infamia” afirma Borges que “A veces creo que los buenos lectores son cisnes aun más tenebrosos y singulares que los buenos autores. (...) Leer por lo pronto es una actividad posterior a la de escribir: más resignada, más civil, más intelectual".
Pregunto entonces: ¿Está bien pensar que el escritor puede prescindir del lector? ¿Está bien pensar que el que se lea menos literatura es un problema que no le compete al escritor? No soy de los que aboga por la lectura como un medio de superación. Coincido con la opinión de aquellos – como Harold Bloom – que creen que la lectura no hace mejor ni peor a nadie, que es sencillamente una actividad individual cuyo objetivo debe ser el goce estético, el placer del arte. Justamente por eso considero que aquellos que escriben, que quieren comunicar algo, deben procurar que haya gente dispuesta a leerlos. Siento que es una mirada narcisista y reducida la del escritor que escribe sin pensar en sus lectores. Novelas como Rayuela existen justamente pensadas en darle al lector un rol más activo en el proceso de creación literaria, es una suerte de concesión que Cortázar hizo, como diciéndonos a los lectores que escribiéramos el libro con él, a cuatro manos. Esto no quiere decir, obviamente, que se deba dejar de lado la preocupación por la buena literatura, que será siempre exclusiva. No estoy abogando por la existencia de nuevos Coelhos, estoy abogando por la existencia de un mayor número de lectores de Vargas Llosa, García Márquez, Shakespeare, y cualquier escritor cuya pretensión sea hacer literatura. ¿Qué sería de Barrera sin sus lectores?
Por todo lo anterior celebro iniciativas como las que se llevan a cabo en lugares en los que la lectura no es una práctica común. Ayudar a alguien a descubrir el placer en una novela, un cuento, un poema, un ensayo, es una manera de hacerle un favor, de regalarle una herramienta de goce maravillosa. Celebro a los insistentes que entienden que el escritor no existe sin un lector comprometido con el hábito de sumergirse de vez en cuando en el maravilloso mundo de la literatura.
1 comentario:
tú PREOCUPACION ES REAL. NO HAY MAS LECTORES. EL NUMERO DECRECE. y TIENE QUE SER ASÍ. SU GENESIS NATURAL QUE ES: EL HOGAR Y LA ESCUELA, ESTAN EN CRISIS. en LAS CASA YA NO SE LEE. y EN LAS ESCUELAS SOLO SE HACEN TAREAS. poco CHANSE PARA EL LIBRO. te DOY MALAS NOTICIAS: DENTRO DE POCO NO SE LEERA MAS A BORGES.....PORQUE NADIE LO ENTENDERA. El INUNDO con SU CULTURA A SUS CREACIONES. el NIVEL ES MUY BAJO PARA ACERCARSE A su obra. es incomprensible ¿sabias QUE YA QUDAN POCOS LICEOS DONDE SE PUEDA ESTUDIAR "HUMANIDADES"? NO ES LEER. es LO QUE SE LEE. la CRISIS NO ES COYUNTURAL; ES ESTRUCTURAL. hay UNA PELICULA DONDE LA GENTE SE APRENDIA LOS LIBROS DE MEMORIA, PORQUE EL GOBIERNO LOS QUEMABA (A LOS LIBROS) NINGUN GOBIERNO TENDRA NECECIDAD DE LLEGAR A ESOS EXTREMOS. simplemente...NO SE LEERA
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